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  • Don Benjamín Maciel Gómez

Orizaba Pinceladas de su historia. Sus ríos y arroyos.

Si a la palabra Ahuilizapan que es el antiguo nombre de toda la región donde se asienta Orizaba le suprimimos el poético nombre de “Ciudad de las aguas alegres” y nos concretamos a sus raíces nahuas y al glifo que la representa, la palabra Ahuilizapan significa simple y llanamente Lugar de abundantes aguas.

Por una generosa dadiva de la Naturaleza abundantes corrientes de agua desde las faldas del Citlaltépetl, nuestro eterno guardián, corren ocultas en el vientre de la tierra y afloran en dos caudalosos ríos y varios arroyos saturando y dando vida al fértil suelo de Pluviosilla.

Los ríos

Estos dos ríos de La Ciudad de abundantes aguas que corren de norte a sur y de poniente a oriente ligando su paso milenario al progreso industrial de la región son el Río Orizaba y el Río Blanco, convirtiendo a Pluviosilla en la única ciudad de la República Mexicana que es atravesada por dos caudalosos ríos.

El Río Orizaba

Con el primitivo nombre de atlchipinapam (Rocío sobre el río) el Rio Orizaba surge a la luz de las profundas entrañas de la tierra, en un pequeño manantial llamado Ojo de Venado cerca de las laderas del Citlaltépetl.

Desaparece en un corto trayecto para aparecer, después, alimentado por los manantiales de Jesús María, del ex Rancho Tepoxtlán, de los veneros de La Perla y del Arroyo Palatice.

Sus bullangueras aguas cruzan toda la ciudad de Orizaba de norte a sur, en un recorrido de 35,947 metros, según la Comisión Nacional del Agua; y siguen su recorrido hacia el sur, para mezclarse con las (antes) limpias y blancas aguas del Río Blanco en la ex hacienda de san Antonio Jalapilla.

El río Orizaba, íntimamente ligado a la historia de la ciudad, fue conocido con el mote de “el pedregoso” por su abandono y descuido: siempre lleno de basura y aguas contaminadas (son recuerdos de mi infancia); pues por largos años estuvo sujeto a la indolencia o incuria de un pueblo mayoritariamente fabril, manipulado por líderes sindicales y autoridades corruptos, salvo honrosas excepciones, que afortunadamente también las hubo.

Sin embargo en 1983 el honesto Presidente Municipal Lic. Manuel Megías Huerta, lo rescató de su ancestral abandono con una costosa obra de saneamiento en la que invirtió 50 millones de pesos con la colaboración de los gobiernos federal y estatal.

Después de este rescate otras autoridades municipales, principalmente a partir del trienio 2008-2010, se han preocupado por convertirlo en un imán para el turismo y placer de los lugareños haciendo, con cuantiosas inversiones, un hermoso paseo turístico que le ha dado fama a Orizaba a nivel internacional.

El Río Blanco.

El Rio Blanco nace en Sierra de Agua, en un pintoresco paraje llamado “La Atarjea” de las Cumbres de Acultzingo, y baja hacia el fondo del valle donde recibe, al decir de Motolinía, (según Alfonso Aguirre Beltrán en su obra antropológica) las aguas de un manantial nacido en Atzonpan; y se nutre con los escurrimientos de las montañas de Tequila y Zongolica.

Estas pequeñas corrientes que corren calladamente en las entrañas de los cerros o se deslizan sobre sus agrestes laderas, afloran en Texmalaca para unirse, en Ojo Zarco (La Taza de Agua), El Rincón de las Doncellas y La Laguna de Nogales, a las sulfurosas aguas llegadas por filtraciones desde el Pico de Orizaba

Con estas ocultas corrientes el Rio Blanco se convierte en el caudaloso río que, por muchos años, movió con sus claras y alcalinas aguas, las turbinas de potentes plantas hidroeléctricas dando fuerza vital a numerosas fábricas textiles, hoy desaparecidas, para seguir su largo trayecto de 114 kilómetros hasta las candentes costas de Alvarado, recibiendo, en su recorrido, más de 70 afluentes o corrientes tributarias.

Entre estas corrientes se encuentran los ríos Orizaba, Tlilapan y Escamela o Río Tendido, con cuyas impetuosas aguas plasman las hermosas cascadas de Rincón Grande y Barrio Nuevo que son un imán para el turismo extranjero.

En 1601 Dn. Antonio de Herrera y Tordesillas en el capítulo XXII de su obra “Las Décadas” “Historia general de los hechos y conquistas de los castellanos” describe puntualmente la laguna de Aljojuca en su relación de Tepeaca; y afirma que, es creencia general, que esta laguna alimenta un rio subterráneo, el cual bajando 10 leguas bajo tierra, aflora en un punto llamado Aolizapan (Aguas blancas) donde el agua es azul y transparente y que, en ese punto, origina un rio del mismo nombre, pues el agua del rio, de la misma manera, es azul y trasparente”

Los estudiosos de la historia suponen que don Antonio de Herrera llama Aolizapan al manantial Ojo Zarco (Taza de agua) en donde, efectivamente, el agua es azul y transparente y el río “Agua Blanca” (Aolizapan) se nutre, para continuar en su largo trayecto hacia las costas veracruzanas, con su nombre indígena traducido como Rio Blanco.

Los arroyos

Las cristalinas y frescas aguas que saturan el valle son tan abundantes que en algunos puntos de la población, como la zona de La Concordia (antiguas ciénagas de Tepatlaxco), se puede encontrar agua limpia a sólo dos metros de profundidad.

Estas corrientes ocultas afloran en el corazón mismo de Pluviosilla en tres singulares arroyos que, con las aguas pluviales, dos de los tres, se van convirtiendo, por su caudal, en caudalosos ríos.

Los tres arroyuelos que nacen en las antiguas Ciénegas de Tepatlaxco, en la parte norte, dentro del núcleo urbano, son: el Arroyo Caliente, el Arroyo Los aguacates o Rio de los Totolitos y el Arroyo Limón.

El Arroyo Caliente sale a la luz del día en los jardines del Instituto Tecnológico de Orizaba, el Arroyo Los Aguacates o Rio de los Totolitos brota dentro de la unidad habitacional 27 de Mayo; y el Arroyo Limón nace oculto dentro del Campo Deportivo del Seguro Social y oculto corre bajo el asfalto a lo largo de la Avenida Circunvalación Norte, para unirse, más adelante, con los dos anteriores, antes de llegar a la Junta, que es el lugar, aledaño a la iglesia de san Antonio Jalapilla, donde se hermanan los ríos Orizaba y Blanco.

El “progreso urbano” de la ciudad, que ha convertido a las antiguas ciénagas de Tepatlaxco en una importante zona residencial, ha motivado que estos tres arroyuelos estén en parte entubados y ocultos en terrenos particulares, resultando casi desconocidos para las generaciones actuales.

Sin embargo tanto el Arroyo Caliente como el Rio de los Totolitos (sobre todo éste) en largos tramos de la población corren expuestos a la luz del día; y al recibir las caudalosas corrientes del agua pluvial y las que provienen de los drenajes, indebidamente a ellos conectados, se han convertido en un serio problema de inundaciones y daños, por derrumbe, de casas y propiedades construidos muy cerca de sus riberas.

El Ojo de Agua

En los límites de Orizaba con el municipio de Ixtaczoquitlán, corre un importante arroyo que nace en las faldas del Cerro de Escamela.

Sus frías y cristalinas aguas, después de formar el bello y popular balneario, conocido como el Ojo de Agua, y de abastecer de agua potable a un sector importante de la población, se dirigen hacia el Rio Blanco entre un frondoso paisaje de exuberante vegetación.

El nombre que se le ha dado a este pequeño río, antes de aguas claras y hoy criminalmente contaminado, es el de Río Tendido o Río Ojo de Agua , y corre hasta Barrio Nuevo, lugar que ofrece a los maravillados ojos de los turistas, el singular paseo de “Los 500 escalones y la bella cascada de El Elefante que se despeña en el cañón del rio en una profunda barranca de 80 metros de profundidad.

Imágenes: Río Orizaba en los años 70s y Nacimiento del Río Blanco

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