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  • Jesús Omar Rodríguez R.

Cómo conocí a "Don Porfirio"


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Corría el año de 1997 y cursaba el primer semestre de Ingeniería mecánica en el ITO cuando en la materia de “Métodos de Investigación” nos fue solicitado hacer un trabajo de investigación. Este versaría sobre la inyección de combustible en los motores, mejor conocida como “Fuel Injection” que pese a que en otros países tenía varios años de ser la tecnología convencional estaba apenas llegando a nuestro país y se presentaba como una gran revolución para dejar atrás el carburador y obtener mejores rendimientos de combustible en los vehículos motorizados.

Por ser como dije, una novedad, era muy poca la bibliografía que podía encontrarse y en ese tiempo no había internet en la forma que ahora lo conocemos. Los hogares que contaban con él eran tan escasos como los que ahora cuentan con un BMW o un vehículo parecido y por si fuera poco éste llegaba a través de la línea telefónica con gran lentitud y lograr cargar una página podía tomar incluso varias decenas de minutos. Eso si la conexión claro no se veía interrumpida.

Se me ocurrió acudir a una conocida agencia automotriz ubicada en la calle Real, justo frente a la clínica del seguro. Mi esperanza es que ellos contaran con manuales e información sobre el tema y quizás accedieran a compartirla conmigo.

Así lo hice y fui atendido por un caballero alto de porte distinguido sumamente amable. Me presenté como estudiante del tecnológico y le hice saber la razón de mi visita y la solicitud de apoyo que deseaba hacerle.

El caballero no sólo tuvo la amabilidad de buscar y facilitarme varios manuales para que yo cómodamente sentado en una sala de la agencia revisara qué podía serme útil para mi trabajo escolar sino que además, sin conocerme ni solicitarme ninguna garantía, me permitió llevarme varios de éstos para que pudiese fotocopiar la información que me fuese útil.

Así lo hice y volví un par de horas después a cumplir con mi palabra de devolver los manuales y agradecer la atención y el tiempo que tan amablemente me había obsequiado. -“Perdone la indiscreción, pero de casualidad es usted español” Pregunté.

Me contestó que no lo era pero que según sabía sus abuelos maternos efectivamente llegaron de la “madre patria”.

Después me enteré que él era el propietario de dicha agencia y quedé sorprendido de que un hombre tan ocupado se hubiese tomado tantas molestias para un sencillo trabajo escolar. Actualmente este señor divide la opinión general, hay quienes lo consideran un gran visionario y benefactor de la ciudad y por otro lado quienes lo tachan de tirano. Lo cierto es que el poder puede corromper al alma más noble.

Por ello no quisiera tomar partido por unos o por otros, finalmente a los hombres se les juzgará por sus acciones y sólo puedo decir que en la oportunidad que tuve de interactuar personalmente con él, fue una persona muy atenta.

Fragmento del libro: "Sentimientos de mi Pluviosilla" actualmente en proceso por un servidor. Fotografía: Porfirio Díaz

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