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  • Don Benjamín Maciel Gómez

LOS MONARCAS MAXIMILIANO Y CARLOTA EN ORIZABA


En 1864, invitados por el Partido Conservador, llegaron a Veracruz los monarcas austriacos Maximiliano y Carlota y el día 29 de Mayo se hospedaron en Córdoba.

A las 7 de la mañana del día 31, la caravana de carruajes: coches, carretelas y diligencias, acompañando a la real pareja, se dirigieron hacia Orizaba a lo largo de un camino vestido de fiesta, en el que, de trecho en trecho, se apostaban millares de campesinos con ramilletes de flores, aplausos y eufóricos gritos de bienvenida.

Orizaba también amaneció de fiesta con una alegría indescriptible. En la Calle Principal estaba tendida la tropa y en ambas aceras, desde Santa Gertrudis hasta el atrio de la parroquia, el pueblo, rebozando alegría, esperaba, impaciente la llegada de los soberanos.

Representando a la población Don Ramón Seoane, acompañado de las autoridades de los pueblos vecinos y de un contingente formado por distinguidos orizabeños encabezados por Don José Ma. Bringas, sobre finos caballos se dirigieron a la Barranca de Villegas (hoy Metlac), que era el límite entre Córdoba y Orizaba, para recibir, con efusivos discursos, a los esperados monarcas.

Desde Fortín hasta el atrio de San Miguel, de trecho en trecho en todo el trayecto, los indígenas construyeron hermosos arcos formados con troncos, plantas y flores, poniendo en su frente vistosas letras doradas, para dar la bienvenida expresando sus buenos deseos para los soberanos, y para demostrar la gran alegría que embargaba al pueblo.

Al llegar la comitiva a la Garita de Escamela, el Prefecto de la ciudad Don Avelino Herrera, en un efusivo discurso en el que expresó, entre otros elogios, lo siguiente: “Orizaba tuvo la gloria de ser de las primeras entidades del país que manifestaron su adhesión al trono de Su Majestad”, entregó al monarca las llaves de oro de la ciudad en una charola de plata sobre un cojín de terciopelo rojo.

Enseguida, en este punto, aconteció un bochornoso acto que ha guardado la Historia: un grupo de orizabeños, encabezado por un señor de nombre Marcelino Jácome, quiso desenganchar los caballos de la carroza real, para tirar personalmente de ella, como humilladas bestias de tiro, a lo que, inmediatamente y con toda dignidad, se opuso Maximiliano.

Cuando la real caravana llegó a Los Dolores (inicio de la parte urbana) se desbordó la alegría: 101 cañonazos, alocado repique de campanas, cohetes silbadores, atronadora música de viento, festones y banderolas en los balcones, y un diluvio de flores entre los eufóricos gritos de millares de gargantas y frenéticos aplausos de la mayor parte de los 53,000 habitantes de Orizaba y de los 33 pueblos vecinos.

Después del Te-Deum en la parroquia, donde fue recibido el Monarca bajo palio y acompañado por el alto clero: los obispos de Veracruz y Puebla, los canónigos y religiosos, y los curas de los pueblos aledaños, visitó templos y hospitales, la Fábrica de Cocolapam, las escuelas y la cárcel municipal, y el día 3 de Junio se marchó de Orizaba. El pueblo acompañó su salida hasta Puente Colorado, límite entonces, por el Poniente, del cantón de Orizaba

Reflexiones sobre este acontecimiento:

La alegría desbordada en las desmedidas muestras de simpatía con las que Orizaba recibió a los monarcas extranjeros; así como la aceptación del Ejército Conservador por una gran parte de orizabeños, parecen justificar la dureza con la que Orizaba es juzgada por algunos mexicanos que la califican como antipatriota y traidora.

Sin embargo, para juzgar el entorno y las circunstancias en los que acontecieron los hechos con un sano y justo criterio imparcial, estimo que sería muy útil tener en cuenta las siguientes reflexiones:

a).-El pueblo mexicano, formado en su núcleo por tribus indígenas diversas, sin nexo alguno, casi siempre antagónicas y por siglos dominadas, primero por los aztecas y después por los españoles, en esta temprana época de su independencia, aún no tenía plena conciencia de las ideas de libertad, patriotismo y democracia.

b).-Además, en esos años, los países europeos importaban e intercambiaban reyes y gobernantes según las conveniencias políticas del momento; sin reparar en nacionalismos ni regionalismos concretos. Esta costumbre, tenida como natural y lógica, servía de modelo a las nuevas naciones que iban surgiendo, como la nuestra.

c).-Por otro lado, el alto clero, consciente o inconscientemente, supo aprovechar el arraigado y profundo sentimiento religioso del pueblo mexicano, para tratar de defender los intereses de la Iglesia, conservando el statu quo que favorecía sus privilegios.

d).-Las interminables y sangrientas luchas fratricidas en las que el pueblo humilde y depauperado sacaba la peor parte, ya lo tenían cansado y deseoso de un gobierno maduro y estable que garantizara la paz, la armonía y el progreso que no ofrecían los gobernantes en pugna.

e).-La inexperiencia de una nación recién nacida a su independencia, cuyos líderes no sabían cómo consolidar las instituciones ni difundir en el pueblo los conceptos de democracia y patriotismo para cambiar sus criterios, nos hizo perder más de la mitad de nuestro territorio.

f).-Territorio que, quizás, el austriaco Maximiliano, hubiera podido rescatar con apoyo de Napoleón III, de las aves de rapiña que tenemos como vecinos del Norte.

IMAGEN: Recepción de los monarcas en Escamela

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