EL PUENTE DE LA BORDA.
Este puente, que junto con el Cerro del Borrego son como dos iconos de la ciudad de Orizaba, fue construido de 1764 a 1777 a iniciativa de un acaudalado español radicado en Orizaba, donde hizo fortuna con el cultivo y venta del tabaco. El nombre de este español fue D. José Antonio de Cora.
Por gestiones del señor Cora, quien, además de ser generoso filántropo, le profesó especial devoción al lugar que le dio acogida y fortuna, el 27 de Febrero de 1774, por decreto del rey de España Carlos III, Orizaba obtuvo, definitivamente, el esperado y controvertido título de Villa; y el 18 de Diciembre de 1776, su escudo de armas.
D. José Antonio de Cora, quien fue regidor perpetuo del recientemente constituido (Ago.4 de 1765) Primer Ayuntamiento de Españoles, para celebrar tan faustos acontecimientos se dio a la tarea de embellecer la flamante villa introduciendo, de su propio peculio, el agua potable, mandando empedrar las calles, construyendo las garitas de Poniente y Oriente (arcos de san Miguel y de la Inmaculada Concepción) y empezando la construcción del colosal puente que, hasta la fecha, conocemos como el Puente de la Borda.
En 1716 vino a la Nueva España procedente de Aragón, un personaje de ascendencia franco-española llamado José Laborde.
Radicado en Taxco, Gro., se dedicó a la minería explotando las fabulosas vetas de oro, plata y hierro de Taxco y Zacatecas, con lo cual acumuló tan enorme fortuna, que llegó a ser el hombre más rico de la Nueva España y, en aquella época (según se dice), del mundo entero entonces conocido.
Don José de la Borda (así conocido por los taxqueños) fue altruista y generoso con su fortuna en obras de caridad, religiosas y de beneficio social: con plata y oro extraídos de las minas de Taxco, que tenían las vetas más ricas del virreinato, mandó construir ahí mismo, entre 1751 y 1758, en el más puro estilo barroco y churrigueresco, la iglesia de santa Prisca; Obra que, por su belleza y riqueza no deja de causar asombro cuando se estudian las obras más grandes del arte arquitectónico.
Don José de la Borda enviaba hacia Veracruz con rumbo a España, cargamentos de metales preciosos utilizando el camino que pasa por Orizaba; y para facilitar el paso de sus convoyes sobre la honda y profunda barranca del río Orizaba, cooperó generosamente para la construcción de este puente; que por este motivo, lleva su nombre.
Este recio y hermoso puente que se extendió sobre el extenso y profundo barranco que, como profunda herida cercenaba la más importante rúa de Orizaba, (la actual Calle Real) consta de 7 arcos romanos de colosal dimensión: Cinco de esos arcos quedaron sepultados para salvar el barranco; y los otros dos son lo que dan paso franco a las, ahora, ya limpias aguas del río Orizaba.