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Don Benjamín Maciel Gómez

EL EMPERADOR MAXIMILIANO VISITA POR SEGUNDA Y TERCERA VEZ A ORIZABA.


SEGUNDA VISITA A ORIZABA.

En los últimos días del mes de Abril de 1865, el emperador Maximiliano llegó a Orizaba por segunda vez.

Acompañado de su Secretario de Hacienda, Don Fernando Ramírez y de 50 distinguidos integrantes de su Corte Imperial, bajaron todos las Cumbres de Maltrata montando finos caballos.

El propósito del Monarca era, antes de emprender un viaje a Yucatán, constatar, personalmente, el avance de las obras del Ferrocarril Mexicano iniciadas en 1842; pues, aunque en este año estaban ya muy avanzadas, él deseaba terminarlas lo más pronto posible.

Otro motivo más que lo trajo a estas tierras, era la predilección que siempre tuvo por sus bellos paisajes.

Amante de la naturaleza, disfrutaba grandemente bajo las verdes frondas de los añosos árboles de Jalapilla, buscando descanso y paz; y olvidar, aunque fuera un poco, los graves problemas que ya afrontaba.

A las 5 de la tarde llegó el contingente a la Garita de la Angostura. El Emperador, cabalgando sobre su brioso corcel llamado Críspelo, y vistiendo elegantemente a la usanza charra mexicana, fue recibido por el alcalde de la ciudad y por un numeroso grupo de ciudadanos; y si bien, las muestras de júbilo por su visita no fueron las mismas que en 1864, el pueblo le mostró verdadero afecto.

Esta segunda visita del Emperador a Orizaba duró 21 días: dos de ellos estuvo hospedado en la fábrica de Cocolapam por el afecto que lo ligaba con los hermanos Escandón; y 19 días pasó en su sitio preferido: la Hacienda de Jalapilla de los señores Bringas.

Pasados los 21 días, el Monarca se marchó a Jalapa sin realizar su proyectado viaje a la Península de Yucatán por los graves problemas surgidos, durante su ausencia, en la capital del Imperio.

El viaje a Yucatán, aparentemente de gran importancia, lo realizó a nombre del Soberano, la emperatriz Carlota, quien, a su paso por Orizaba los primeros días de Noviembre de 1863, se alojó en la casa que fue después la Lonja Orizabeña

TERCERA Y ULTIMA VISITA DEL EMPERADOR A ORIZABA Desea abdicar al trono. Fin del Segundo Imperio.

El Príncipe austriaco Fernando José Maximiliano de Hamburgo fue, a decir de sus biógrafos, un hombre generoso y noble; pero débil de carácter.

Con un afecto sincero a México, quiso ser buen gobernante; pero le faltó astucia política para solucionar los conflictos de un país convulsionado y sumido en la anarquía.

Entre los errores que cometió y que lo llevaron a la tumba con su efímero imperio, se pueden enlistar los siguientes:

*Quiso, cándidamente, conciliar lo irreconciliable uniendo en un solo partido a liberales y conservadores.

*Se apartó de quienes lo llevaron al trono ganando resentimientos: a Márquez y a Miramón los envió a Europa con misiones supuestamente especiales, y persiguió a generales conservadores como a Don Juan Vicario.

*Queriendo ser generoso, se rodeó de algunos republicanos que, en lugar de agradecer los favores, lo traicionaron.

*Para contemporizar con Juárez, dictó leyes liberales que afectaban a la Iglesia; y se enemistó con el Papa.

*Y, para colmo de males, despreció la única ancla que podía salvar al barco del hundimiento: se enemistó con Napoleón III al que, arrogantemente, pidió que retirara sus fuerzas de México si no se plegaba a sus planes.

Napoleón, que tenía 10,000 soldados austriacos para apoyar a Maximiliano, por presiones de nuestros vecinos del Norte y por los graves problemas que confrontaba en Europa, le retiró todo apoyo y pidió su renuncia al trono.

Abandonado de Francia, sin recursos, y a merced de sus enemigos, el Monarca decidió abandonar el trono.

La Emperatriz Carlota, de carácter más resuelto que su consorte, se opuso terminantemente a la abdicación y decidió ir a Europa para entrevistarse con el Papa y con Napoleón.

En su paso por Orizaba, los primeros días de Julio de 1866, para dirigirse a Europa, la Emperatriz se hospedó en la Lonja orizabeña.

Napoleón y el Papa se negaron a recibir a Carlota y la Archiduquesa Sofía, madre de Maximiliano, mandó decir a su hijo que sería preferible que muriera y fuera enterrado en México, antes que dejar el trono y ceder a los caprichos de Napoleón.

De la misma manera, su hermano, el Emperador austriaco Francisco José, le prohibió pisar el suelo de Austria si consentía en la abdicación.

Ante tan duro revés, la Emperatriz perdió el juicio y el Monarca se sumió en la más honda tristeza y la más completa desesperación.

Enfermo de cuerpo y mente llegó Maximiliano a Orizaba por tercera vez, el 27 de Octubre de 1866. Enfermo del cuerpo, con una infección intestinal y del espíritu por los insolubles problemas que estaba viviendo, prohibió un recibimiento notorio y comunicó a sus amigos su determinación de abdicar.

De Europa regresaron Miramón y Márquez quienes, a la par que los integrantes del Consejo de Ministros, se opusieron unánimemente a la abdicación y; después de tres días de controvertidas discusiones, el día 24 de Noviembre de 1866, el indeciso y débil monarca comunicó oficialmente al Consejo de Estado, su resolución de permanecer en el trono.

El pueblo y sus partidarios recibieron esta noticia con gran alegría y el Emperador, después de 46 días de su estancia en Orizaba, salió para México y después... al Cerro de las Campanas.

El 25 de Febrero de 1867 se retiraron de Orizaba las autoridades imperiales y en esa fecha finalizó, en nuestra historia, el fugaz imperio de Maximiliano de Austria.

Reflexión final: A quien da la vida por un ideal lo llamamos héroe; pero en las luchas por los ideales, los vencedores son héroes y los vencidos traidores.

Imagen: Ex hacienda de Jalapilla lugar de descanso de Maximiliano

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