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El conflicto religioso y la apertura de iglesias en la región de Orizaba. Segunda de dos partes

Don Benjamín Maciel Gómez

En 1932, en su último Informe de Gobierno, el engreído y tirano gobernador Tejeda dejó el poder con un furibundo discurso anticlerical con el que trató de justificar su jacobina actuación como paladín de la Ley.

Le siguió en el encargo el Lic. Gonzalo Vázquez Vela quien tomó posesión de la gubernatura del Estado para el cuatrienio 1932-1936.

Vino después el Lic. Miguel Alemán Valdez; y aunque durante el gobierno de estos dos políticos amainó la persecución religiosa, todos los templos del Estado seguían clausurados; por lo que los católicos recibían lo sacramentos en casas particulares.

En Orizaba, en 1937, hacía las veces de Presidente Municipal al frente del Concejo edilicio, un maestro masón grado 33 de nombre Horacio Xochihua (él escribía su apellido Xóchihua, con “acento esdrújulo”); y el Jefe de Hacienda del Estado era un señor de nombre Blas Galindo, quien tenía en su poder todas las llaves de entrada a los templos.

Estos dos personajes, por medio de espías por ellos comisionados, conocían las casas particulares donde se celebraban actos de culto.

Fue así como el día 11 de Enero de 1937 enviaron a las policías judicial y municipal a una casa situada en Norte 12 Num.14 propiedad de una señora de nombre Ma. Cristina Izquierdo, donde aprehendieron al sacerdote Ignacio de Jesús Noriega y a 14 personas que practicaban el culto católico y decomisaron una buena cantidad de objetos religiosos, pertenecientes a varias iglesias, que se guardaban en esa casa.

En la madrugada del domingo 7 de Febrero de 1937 el Sr. Cango. D. José Ma. Flores, cura de la parroquia de san Miguel, celebraba en su casa situada en el número 81 de la calle Sur 5, la santa misa para un grupo de aproximadamente 70 personas. De pronto varios policías armados irrumpieron hasta el improvisado altar para apresar al Sr. Flores, quien despojado de sus vestiduras sacerdotales, fue conducido preso. Algunos de los presentes intentaron defender al sacerdote y también fueron llevados presos a la comisaría, mientras otros huían llenos de espanto.

Una señorita de 15 años de nombre Leonor Sánchez López Trujillo corría por la calle Sur 5 y fue alcanzada por un tiro de máuser que, según la posterior autopsia tuvo un “orificio de entrada arriba de la tetilla izquierda y orificio de salida en la región lumbar y otra en el dorso de la mano izquierda…”cayendo herida de muerte en la esquina que forma esta calle con la avenida Oriente 10.

En estado agónico la recogió la Cruz Roja y después fue conducida al hospital Ignacio de la Llave, (hospital que estuvo anexo a la iglesia de La Concordia en el antiguo Oratorio de san Felipe Neri -hoy Museo de Arte del Estado de Veracruz)-,donde, a pesar de una pronta atención, dejó de existir.

Juntamente con la joven Leonor fueron también heridos un niño y una señora de nombre Luciana Esteban; y el policía que disparó por la espalda a la señorita Leonor y que fue después apresado, según testimonio de un testigo presencial, llevó el nombre de Agustín Saldaña.

Este sangriento y arbitrario acontecimiento llenó de furor a la población que la noche del velorio abarrotó la casa de Poniente 12 núm. 12, propiedad de los padres de la joven sacrificada; y al día siguiente, 8 de Febrero, a las cuatro de la tarde, formó un cortejo fúnebre con más de l0 mil personas de todas las clases sociales: católicos de toda la región, protestantes, sirio libaneses y judíos, para conducir a la joven Leonor hasta su última morada en el cementerio municipal.

Se dice que durante la marcha fúnebre la multitud, portando cartelones donde pedían justicia, hizo alto frente a la cárcel donde se encontraba preso el señor cura Flores, para pedirle que impartiera su bendición al cadáver que era conducido en un profundo silencio.

En el panteón, ante la fosa abierta, el padre de la joven, D Encarnación Sánchez, obrero de la fábrica de Cocolapam, dirigió a su hija unas tristes y sentidas palabras de despedida; el joven Enrique Galland Naredo tomó la palabra pidiendo castigo para los asesinos y el Pbro. D. José Mondragón recitó un poema por él compuesto, para dar el último adiós a la joven inmolada.

En la mañana del mismo día 8 el Gobernador del Estado, Miguel Alemán Valdez, enterado de los hechos y sus repercusiones, envió a Orizaba al Procurador General de Justicia del Estado, el Lic. Adolfo Moreno, para que investigara concienzudamente los trágicos acontecimientos que ya estaban en manos del agente del Ministerio Público, el Lic. Víctor F. Ochoa.

El Sr. Xochihua, Presidente del Concejo Municipal, y el agente del ministerio público, se lavaron públicamente las manos a través de los medios de comunicación, declarando su completa inocencia ante estos hechos que, por su importancia, lograron suspender las pugnas ínter gremiales de los obreros, que por esas fechas estaban en su punto más álgido. El carnaval 1937, del que había sido electa como reina de las carnestolendas de Orizaba la Srita. Blanca Hartz, fue suspendido en señal de duelo.

En la tarde del martes 9 de Febrero una multitud, compuesta por más de cuatro mil personas portando carteles que pedían castigo para los asesinos y la reapertura de las iglesias, se reunió frente al Palacio Municipal para entrevistar al Procurador de Justicia enviado por Miguel Alemán.

El Lic. Adolfo Moreno leyó un mensaje del Gobernador en el que aseguraba que el crimen no quedaría impune y que estos hechos no se volverían a repetir; pero dijo también que la apertura de iglesias no estaba en sus manos. En esta reunión estuvieron presentes los integrantes de una comisión católica compuesta por las siguientes personas: Lic. Agustín Aguilar Muñoz, Sr. Enrique Galland, Dr. Fuentes Cícero, Sres. Ignacio Leonor, Aurelio L. Trejo, Ernesto Galland y Luis Duran; y las damas: Carolina Muñoz, Virginia Alducin Vda. de Reza, Carolina y Alicia Ojeda, y Dolores Cid de Trejo, entre otras personas más.

Ante la negativa del Procurador se encendieron aún más los ánimos de la multitud; y a las 19 horas con 15 minutos, liderados por un joven de nombre Pablo Monterrosa y por una activísima dama de nombre Carolina Muñoz Guevara, una riada humana encabezada por los obreros de Cocolapam (los primeros en acudir), brincó las rejas del atrio de la parroquia de san Miguel, y un obrero de Cocolapam, como hombre-mosca, penetró por la ojiva superior del portón mayor y se introdujo en el templo; derribando las trancas del portón. El templo fue tomado en posesión para hacer lo mismo con las demás iglesias. Dentro de los templos, subiendo a las torres, repicaron las campanas, con cuyo repique la multitud se multiplicó. Los católicos formaron guardias de vigilancia durante el día y la noche, con instrucciones de tocar las campanas si la policía intentaba cerrar nuevamente los templos. El procurador se retiró dejando las iglesias en poder de los manifestantes; pero sin dar instrucciones de entregar las llaves que estaban en poder del Jefe de Hacienda, aunque él siempre negó tenerlas en su poder.

Esa misma noche del martes 10 de Febrero, el Gobernador Alemán recibió un mensaje del presidente de la República, el Gral. Lázaro Cárdenas del Río, donde se le ordenaba legislar lo necesario para dar garantías a las creencias religiosas y proceder a la apertura de templos.

Por la mañana del día 12 un grupo de damas de la Acción Católica, encabezadas por la Srita Carolina Muñoz, fue a la Oficina de Hacienda a exigirle al Jefe Galindo las llaves de los templos. La comisión estuvo integrada por las señoritas: Magdalena Aguilar, María, Guadalupe y Concepción Azpiri Muñoz, Elena Galland, Carolina Ojeda y por Carolina Muñoz Guevara, la líder del grupo. Pero el jefe de Haciendo negó estar en posesión de las llaves y ante esta negativa las damas abandonaron muy indignadas la oficina de Gobierno.

Ese mismo martes 12 de Febrero de 1937 el Gobernador Miguel Alemán llegó a Orizaba y reunió, por la tarde, al pueblo. Más de 30 mil católicos de Orizaba, las villas, Fortín, y Córdoba estuvieron presentes exigiendo al Gobernador la apertura de las iglesias y el castigo para los autores del sacrificio Leonor Sánchez.

Alemán sorprendido y, hasta cierto punto, asustado (según testimonio de algunos testigos) al ver tan gran multitud, dirigió un mensaje comunicando que él como ciudadano estaba con el pueblo; pero que como funcionario público tenía que cumplir la Ley. Que por instrucciones del Presidente de la República las iglesias serían abiertas para ser entregadas a juntas vecinales, las cuales debían ser formadas para este objeto; y después se retiró pidiendo al pueblo conservar la calma, pues él ya estaba haciendo gestiones ante el Sr. Presidente de la República para la pronta apertura de todas iglesias del Estado.

El mismo día, los católicos de Acultzingo abrieron su iglesia sin obstrucción de las autoridades; y en la ciudad de Córdoba cerca de 5 mil personas intentaron hacer lo mismo con la oposición de su Presidente Municipal. Ante la negativa del Presidente, al igual que los católicos de Orizaba, escalaron las verjas del atrio y abrieron el portón de su iglesia principal. Desafortunadamente en esta acción derribaron un muro de 4 metros que cayó sobre un niño, sobre una mujer y sobre un señor de nombre Luis Arcia. El niño y la mujer quedaron heridos pero el Sr. Luis Arcia murió instantáneamente.

El sentimiento de libertad religiosa llegó como incendio a todos los católicos veracruzanos y a los de otros estados como el de Tabasco; y los católicos tabasqueños, a semejanza de los católicos orizabeños, enfrentando a sus autoridades abrieron sus templos.

Mientras tanto las llaves de los templos seguían en poder del Gobierno y ante la crítica situación una comisión de católicos orizabeños marchó al día siguiente a la ciudad de Jalapa para exigir la solución del problema.

En Jalapa la comisión fue informada por el Secretario de Gobernación que, por órdenes superiores se habían ya girado circulares a todas las autoridades municipales con la orden de entregar a las juntas vecinales, en forma oficial, las llaves de todos los templos del Estado; y que una copia de la circular correspondiente a Orizaba había sido recibida por el Lic. Agustín Aguilar Muñoz, abogado que liberó al Sr. Cura Flores, sentenciado el día 12 de ese mismo mes de Febrero.

De esta manera el 14 de Febrero de 1937, por instrucciones del Gobernador del Estado, las iglesias quedaron en posesión de la grey católica; a pesar de que en la ciudad de Córdoba un grupo comunistoide de profesores cetemistas, en una fallida y repudiada manifestación, se opusiera a la medida que modificó en Veracruz la arbitraria Ley de Cultos.

Fotografía: Hacia el cementerio

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