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  • Don Benjamín Maciel Gómez

LA BATALLA DEL CERRO DEL BORREGO.


​​Formando parte del Eje Volcánico Transversal en el cual se levanta altivo con 5,747 metros de altura sobre el nivel del mar el Citlaltepetl o Pico de Orizaba, nuestro histórico Cerro del Borrego se hermana, formando un semi círculo, con los cerros Santa Catarina, San Cristóbal y Escamela para rodear y acunar al fértil valle de Orizaba, cubriéndolo con un húmedo manto en el cual el color verde ensaya todos los matices.

El Cerro del Paso del Borrego que debe su nombre a los senderos que a lo largo de sus faldas daban paso a los apriscos que eran conducidos hacia los pastizales de Tlachichilco, tiene una altura de apenas 440 metros; y junto con el Río Orizaba con sus añosos puentes, es icono que refleja la identidad orizabeña; ya que es puerta de entrada a la población, atalaya panorámica, lugar de ejercicios alpinistas, atractivo turístico con su teleférico y cantera (ya no explotada) de un mármol negro de excelente calidad por su grano fino y su brillantez.

Por la singular relevancia que esta pequeña montaña tiene para los nacidos en esta tierra, todo lo relacionado con ella adquiere gran importancia para bien o para mal.

Un hecho histórico acaecido en su cima que, al tratar de narrarlo, para no lastimar el orgullo orizabeño he titulado la “batalla” del Cerro del Borrego sin emplear la palabra “derrota” de otros libros de historia, es el que a continuación se describe:

Después de la humillante derrota que el ejército francés, el más poderoso del mundo, al mando del Gral. Charles Ferdinand Latrille, Conde de Laurencez, sufriera a manos del ejército de Zaragoza en la batalla de Puebla del 5 de Mayo de 1862, el Gral. Laurencez con su insolente orgullo herido, se retiró a Orizaba para esperar un refuerzo de 20 mil soldados que, al mando del Gral. Federico Elías Forey, le enviaría Luis Napoleón III para tratar de reconquistar la perdida ciudad de Puebla.

El Gral. Ignacio Zaragoza, acompañado de Negrete, Antillón y Berriozábal, y comandando un ejército de 16 mil hombres, bajó las cumbres del altiplano para llegar a Orizaba y tratar de dar el último golpe al menguado ejército francés.

Cuando bajaban las cumbres, un destacamento de Zaragoza, al mando del Gral. Santiago Tapia, fue vencido en Barranca Seca por el conservador Leonardo Márquez, auxiliado por Eugene Lefevre.

Al llegar a Orizaba, el 13 de Junio de 1862, Zaragoza ejecutó el siguiente plan de ataque: a): fortificó la Garita de la Angostura y b): ordenó al Gral. González Ortega, quien con la División Zacatecas se le había unido en san Andrés Chalchicomula desobedeciendo sus órdenes de atacar a los franceses por La Perla, que subiera a la cima del cerro del Borrego para cubrir ese flanco. De esta manera, en una operación conjunta, se lanzarían contra el ejército francés, que se encontraba disminuido en 2,000 hombres, enviados a Veracruz, para custodiar los convoyes de las esperadas fuerzas de refuerzo.

Todo el día 13 lo ocupó Laurencez en preparar la defensa de la plaza después de enterarse de la ocupación del cerro del Borrego, cuando, por la claridad de los días de Junio, vio las maniobras de González Ortega; y por la noche, ordenó al Coronel L’Herillier que, con el batallón 99, atacara a Zaragoza en la Angostura y con la 3ra. Compañía del ler. Batallón de su regimiento, al mando del intrépido Capitán Dietrie, ascendieran sigilosamente a la cima del cerro, amparados por las sombras de la noche.

Con 150 hombres el capitán Dietrie, en medio de la oscuridad, subió por la parte más empinada del cerro, y llegó al punto donde se encontraba una batería de tres obuses, sin ser vistos ni sentidos por los mexicanos que se encontraban profundamente dormidos. Dominados por el terror que causa la sorpresa, los mejicanos despertaron disparando sus obuses sin hacer puntería y huyendo, despavoridos, en forma desordenada.

Dietrie siguió avanzando hacia la cima del cerro donde se encontraba la mayor fuerza de Zaragoza y a la tres y media de la mañana, llegó la tropa francesa al mando del Capitán L’eclere para atacar a los mejicanos, los cuales se defendían en completo desorden. Inútiles fueron las arengas del Gral. González ortega, quien se esforzaba por controlar a sus desorientados soldados que, abandonaban el punto, disparando sus fusiles sin dar en el blanco, mientras equivocadamente corrían hacia el sitio ocupado por los asaltantes.

La derrota fue terrible: De 5,500 soldados del ejército de Zaragoza, 2,000 fueron derrotados en el Cerro del Borrego. Hubo 400 bajas entre muertos y heridos. Los coroneles Luis Pedrosa y Goberto García y el Teniente Coronel del batallón de Durango, Fortunato Alcocer, cayeron abatidos por las balas francesas.

Entre los numerosos heridos se contó también al general orizabeño Don Ignacio de la Llave quien, valientemente, opuso una resistencia inútil. Esta derrota se debió, en gran parte, al Gral. González Ortega, quien desobedeció las órdenes de Zaragoza, descuidó los accesos al cerro y no alertó a sus soldados quienes, vencidos por la fatiga, todos estaban dormidos.

Según las Memorias del Capitán Dietrie, en el cerro del Borrego hubo 18 franceses muertos y 6 heridos, 250 mejicanos muertos, y 200 prisioneros; y en poder del ejército vencedor: 3 obuses de montaña, una bandera y tres banderines de batalla.

Un viejo cañón en la cima del cerro, es doloroso y mudo testigo de esta tragedia que Orizaba ya sepultó en el olvido.

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