Templo de san José de Gracia.
Según cédula del rey Carlos IV de España del 17 de Septiembre de 1797 y siguiendo los planos trazados por el arquitecto valenciano D. Manuel Tolsá, los frailes franciscanos llegados a Orizaba Antigua por segunda vez en 1793, ordenaron la construcción de este templo.
Con un presupuesto de $ 236,626.00 se puso la primera piedra el mes de Diciembre 1801 dentro de un extenso terreno perteneciente al antiguo barrio de Santa Ana del Varejonal que les fue otorgado por instrucciones del virrey de la Nueva España D Miguel de la Grúa; terreno que fue ampliado con cinco solares cedidos por los vecinos del barrio.
Este terreno se extendía de Sur a Norte desde la actual Calle Real (Poniente 7) hasta la Calle Colón; y de Oriente a Poniente desde las márgenes del Río Orizaba hasta la actual calle de Norte 8.
De acuerdo a los planos del Sr. Tolsa, director de la Academia de san Carlos, el templo debía tener una gran nave central con cinco capillas a cada lado; pero por razones que se desconocen (quizás para darle mayor amplitud) el templo se hizo de 3 naves con columnas de un grueso desproporcionado; y se agregó una capilla muy grande al poniente del crucero principal sobre la actual calle Sur 8, capilla que fue demolida en 1861. La fachada del templo está sostenida por 3 arcos cerrados por cristales que forman un vestíbulo, el cual agregó casi cinco metros a sus dimensiones. Desde el muro del fondo hasta la puerta principal tiene la iglesia 58 metros y medio por 11 metros de ancho; la elevación de las bóvedas es de casi 19 metros y la torre se eleva 44 metros sobre el nivel del piso. La sacristía (actual salón parroquial) es notable por su bóveda casi plana, sus grandes dimensiones y los murales del pintor orizabeño Gabriel Barranco.
La construcción del templo de san José enfrentó, al igual que el convento anexo, múltiples dificultades; pues fue hasta 1817 que la obra se continuó para ser terminada en 1839; año en el que fue abierta al culto; y la del convento, que se inició el 10 de Agosto de 1803, fue terminada hasta el año de 1828. Las causas de estos retrasos fueron: la Guerra de Independencia que suspendió el apoyo económico de la Corona de España a los frailes, las luchas fratricidas en la intervención francesa, y las desgracias adicionales de un terremoto ocurrido el 12 de Marzo de 1819, las epidemias de sarampión y viruela de 1813 y 1817 y una fuerte sequía que asolaron a Orizaba en esas primeras décadas del siglo XIX.
En 1860 se aplicaron en Orizaba las Leyes de Reforma (promulgadas el año anterior), sobre la incautación de todos los bienes eclesiásticos; y el templo, el convento y el extenso huerto de san José, pasaron a ser propiedad particular del Gobernador del Estado, Manuel Gutiérrez Zamora.
Durante el imperio de Maximiliano, mientras las tropas francesas invadieron Orizaba, permitieron que varias iglesias se abrieran al culto y el templo de san José estuvo abierto hasta 1867; sin embargo el templo del Señor de Otatitlán (La Soledad) fue convertido en almacén de semillas y el convento franciscano, con un destacamento de 700 soldados franceses, se convirtió en hospital para soldados heridos o enfermos.
En 1868, con la República Restaurada, el templo de san José se volvió a clausurar y el convento, invadido años atrás, se convirtió en refugio de malhechores y prostitutas, en asiento de una logia masónica y de una escuela protestante y en un templo metodista que funcionó hasta 1878.
El 18 de Abril de 1888, muerto el Gobernador Gutiérrez Zamora, sus herederos reclamaron la propiedad de los templos, del huerto y del convento, el cual para esas fechas, ya estaba invadido por más de 50 familias. Los herederos, que no deseaban los edificios, los ofrecieron en venta por la cantidad de $25,000 y un señor de nombre Juan Fortuny, los compró en $20,000 para venderlos al día siguiente a los frailes franciscanos en la suma de $25,000.00 pagaderos a plazos hipotecados que los religiosos cubrieron con la venta de varias partes del extenso huerto.
Durante la dictadura de Porfirio Díaz el dictador mostró cierta tolerancia para el culto de los templos; pero llegaron los aciagos tiempos de la revolución mexicana y las hordas carrancistas se apoderaron de todos los templos de la ciudad. Las tropas del Obrero Mundial ocuparon en Marzo de 1915 el templo de san José convirtiéndolo en cuartel y caballerizas… los frailes fueron testigos de saqueos, incendio de altares, bancas y confesionarios, “fusilamiento” de imágenes y profanación de objetos sagrados entre orgías y borracheras de los soldados. Los Batallones Rojos usaron el altar mayor como tribuna en sus asambleas y durante el tiempo que ocuparon el templo profanaron las tumbas de los frailes en busca de supuestos tesoros ocultos quemando, entre burlas insulsas, los restos desenterrados.
Cuando los Batallones Rojos abandonaron los templos, los sindicatos obreros, forjados al fragor de la lucha armada, se adueñaron del templo de san José; y los obreros textiles obtuvieron del Gral. Cándido Aguilar el 20 de Octubre de 1916, los edificios del templo y del ex convento como sede permanente de sus reuniones.
Posesionados del templo donde instalaron la Cámara del Trabajo, los obreros textiles ya no quisieron abandonarlo a pesar de una orden expresa del Presidente de la República D. Venustiano Carranza quien, ante la presión del pueblo, tuvo que darla el mes de Septiembre de 1919.
De esta manera, apoyados por el Gral. Plutarco Elías Calles, Ministro de Industria y Comercio y furibundo anticlerical, permanecieron hasta Marzo del año siguiente, para ser lanzados del templo por las autoridades estatales; pero sin devolver el edificio de dos pisos que se ubica entre los dos templos cubriendo totalmente la fachada del ex convento. Este edificio totalmente restaurado y techado con techos de concreto, albergó después las oficinas de Hacienda, la “Escuela Venustiano Carranza”, la Cruz Roja y hasta los años setenta del pasado siglo, a la imprenta “Pro Paria”; para ser, después, asiento del INEGI y actualmente, según se presume, propiedad de un particular.