El templo y el convento del Carmen
Hacia 1585 llegaron a México los primeros misioneros de la Orden de los Carmelitas Descalzos fundada por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz; y construyeron en varios lugares de la Nueva España, como Puebla, Atlixco, Celaya y Morelia, sus templos y sus conventos.
Por la historia sabemos que a Orizaba llegaron en las dos primeras décadas del siglo XVIII, pues en 1733, en la casa Num. 23 de la antigua Calle de san Rafael (Norte 2), existió, frente a la sacristía de la parroquia de san Miguel, un hospicio secular dirigido por el monje carmelita Fray Blas de San Ambrosio quien, con otros cinco religiosos, ayudaba al cura de la parroquia en su ministerio sacerdotal.
Ese año de 1733 Orizaba contaba con 9 mil habitantes: 4 mil españoles o “gente de razón” y 5 mil indígenas y mulatos viviendo su proverbial religiosidad; y Fray Blas de San Ambrosio quiso fundar una iglesia con su convento para los carmelitas descalzos.
La idea fue bien acogida por el Provincial de la Orden Fray Domingo de los Ángeles, quien autorizó a Fray Blas, en carta del día 7 de Enero de 1733, para recabar los fondos necesarios para la obra.
La repuesta de los orizabeños, entre los cuales destacaron los miembros de la milicia, encabezados por el Capitán D. Diego Bringas de Manzaneda, el ayuntamiento y los intelectuales y benefactores de Orizaba, fue casi instantánea; y después de una reunión efectuada en la casa del señor Bringas se determinó solicitar al rey de España, a través del virrey y de la Mitra poblana, los permisos necesarios para la construcción.
Con la autorización del Monarca fechada en san Ildefonso el día 14 de Agosto de 1735, se inició la obra en un solar de la casa de don Pedro Lamilla que estaba localizada en un punto equidistante de los tres principales templos de Orizaba: la parroquia de san Miguel, la Concordia y el templo-hospital de san Juan de Dios.
El 28 de Junio de 1736, se terminaron algunas celdas para los frailes del Hospicio y en la Portería del atrio que formó la galería de arcos, se celebraron las ceremonias del templo. La obra fue inaugurada y bendecida entre la sana algarabía del pueblo manifestada en repique de campanas, bandas de música, arcos de flores, fuegos artificiales y discursos alusivos de destacados intelectuales como D. Rafael Delgado y D. Gregorio Mendizábal.
Con la generosa aportación de sus feligreses, fondos de la Provincia de Carmelitas Descalzos y la ardua labor de los religiosos, se terminó la construcción del convento y del templo poco tiempo después.
Los sacerdotes carmelitanos atendieron celosamente al pueblo católico de Orizaba hasta la primera década del siglo XIX; pero con la Guerra de Independencia empezaron a sufrir “un verdadero calvario”.
En 1811, para contrarrestar a los insurrectos y salvaguardar los caudales de la gente pudiente, la guarnición española acantonada en Orizaba decidió utilizar el convento del Carmen como cuartel general por su fuerte construcción, sus elevadas azoteas, sus amplias bodegas y su lugar estratégico.
Los militares ocuparon la portería exterior, los primeros patios y las bodegas de la planta baja dejando a los monjes el resto del convento; pero después solo les dejaron las celdas del lado oriente, la iglesia y la sacristía.
Posesionada del edificio al que causó graves daños horadando las paredes y atrincherando las azoteas para hacer fuego al enemigo, la tropa ya no quiso abandonarlo aún terminada ya la Guerra de Independencia.
Vino después la invasión francesa con las luchas fratricidas entre liberales y conservadores, quienes en forma alternativa ocupaban como cuartel el convento según el acontecer de la lucha armada.
El día 20 de Diciembre de 1827 el Congreso de la Unión dio el primer decreto de expulsión de los españoles; y el 20 de Mayo de 1829 el segundo decreto, dando por resultado que en el convento del Carmen sólo quedaran 3 carmelitas: un lego procurador y 2 sacerdotes; uno de los cuales estaba enfermo de sus facultades mentales.
Ante esta situación la Provincia de los Carmelitas Descalzos que llegó a tener 700 monjes y después de la expulsión decretada sólo contaba con 70, envió a Orizaba varios religiosos que, con las Leyes de Reforma promulgadas el 12 de Julio de 1859 y que entraron en vigor en esta ciudad el 28 de Agosto de 1860, fueron exclaustrados para dejar nuevamente sólo 2 sacerdotes en el convento carmelitano.
Después de expulsar a los religiosos el Gobierno se posesionó del convento y del templo; de los cuales desapareció todo lo que tenía algún valor: cortinajes de seda de Damasco, vasos sagrados, cristales finos de nichos y altares y hasta las campanas, que fueron vendidas por un alcalde, después de mandar buscar tesoros ocultos en las tumbas de los difuntos enterrados en la iglesia.
En Mayo de 1861 el Presidente de la República cedió al Estado de Veracruz el convento para convertirlo en Colegio de Agricultura, Artes y Oficios; pero en 1863 fue ocupado por las tropas invasoras que causaron tales destrozos que hasta fogatas hicieron con la madera de los altares.; y permanecieron acantonadas en el convento los cuatro años que duró la Intervención y el Imperio.
Terminada la guerra de intervención el convento fue ocupado por las fuerzas nacionales que convirtieron el templo en caballeriza y continuaron con el despojo y el saqueo generalizados: De techos y bóvedas arrancaron tejas y ladrillos que fueron a dar a los edificios públicos y a casas particulares; y las lozas y gradas de la escalera principal a las banquetas de la ciudad.
Por las cuatro manzanas de extensión que tuvo el convento, en 1873 el Gobierno Federal determinó convertirlo en cuartel oficial de acuerdo al arte militar; y para hacer las adaptaciones reglamentarias se intentó demolerlo en gran parte. Se nombró un ingeniero militar encargado de trazar los planos, se aprobó el presupuesto necesario y se contrató personal para ejecutar la obra. La demolición se inició sobre la bóveda de la escalera principal y se continuó con las celdas del oriente y una parte del claustro; pero no pudieron continuar con la criminal destrucción porque el mazo, la barreta y la misma pólvora, fueron inútiles ante las gruesas paredes. La obra se suspendió porque su costo resultaba más elevado que el valor del terreno.
Aprovechando la parte que pudo ser demolida se abrieron dos calles que no existían: la actual Oriente 4 que tomó el nombre de Calle de la Independencia y la prolongación hacia el norte de la calle Sur 11 que era conocida como Calle de Mosquera. Estas dos calles fueron inauguradas el día 16 de Septiembre de 1874.
Al desecharse la construcción del cuartel el Gobierno no respetó el antiguo proyecto de instalar un colegio en lo que quedaba del maltrecho convento, el cual, con la iglesia y su huerto, fueron fraccionados en lotes para su venta a particulares.
El convento del Carmen y su bella iglesia que mide 36 metros de largo por 6.95 de ancho existen hoy para el culto del pueblo católico y como sede episcopal de Orizaba, gracias a la piedad de un michoacano devoto de la virgen del Carmen radicado en Orizaba, cuyo nombre: Leopoldo Pedrosa, se ha conservado en los anales de este monumento histórico.
El Sr. Pedrosa, hombre de pocos recursos económicos pero dueño de la “Fe que mueve montañas” logró rescatar el convento y el templo pagando a plazos al Gobierno la cantidad de $6,000.00 que obtuvo con mucho esfuerzo y con la ayuda de algunos devotos.
Dueño ya del inmueble, con grandes dificultades logró desalojar a la milicia acuartelada; y una vez dignificado y ornamentado el templo, lo puso al servicio del pueblo católico el día 24 de Abril de 1886, que fue, para mayor regocijo, un sábado de gloria.
A partir del año 2000 el templo y el convento del Carmen se convirtieron en la sede episcopal de la diócesis de Orizaba cuyo primer obispo fue Monseñor Hipólito Reyes Larios.