El templo de san Antonio Jalapilla
En la confluencia de los ríos Orizaba y Blanco existió a finales del siglo XIX la hacienda de san Antonio Jalapilla propiedad del rico hacendado D. Pedro Prevost.
Esta hacienda que antes de pertenecer al Sr. Prevost se conoció como el “Rancho Cabrera” se extendía varias hectáreas hacia Rincón Grande y tuvo un molino de aceite y extensos sembradíos de caña de azúcar con instalaciones para la molienda.
La hacienda de san Antonio tomó su nombre de una rústica capilla dedicada a san Antonio de Padua que existió en algún lugar de sus extensos terrenos; pero ya siendo la hacienda propiedad de D. Pedro Prevost, el rico terrateniente decidió erigir en el islote formado por la confluencia de los dos grandes ríos que atraviesan Orizaba, otra capilla de mampostería más digna del culto al santo que había dado nombre a su basta propiedad. Fue así cómo nació este templo de sólo 22 de metros de longitud por 7.5 de latitud; pero enclavado en uno de los más hermosos sitios del paisaje orizabeño.
Construido con un pórtico semejante al de la iglesia del Calvario y circundado por un enrejado de hierro, fue terminado suntuosamente con artísticas decoraciones en sus paredes y techos; a la vez que fue dotado de ricos paramentos para el culto del santo patrono. En el sitio central del altar mayor fue colocada una imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen María teniendo a su izquierda a su esposo el patriarca san José; y en su lado derecho la imagen de san Antonio de Padua.
La capilla ya terminada se inauguró el día 13 de Julio de 1898 con una misa solemne que fue celebrada por el sacerdote jesuita D. Antonio Labrador acompañado por el señor cura de san Miguel y por el vicario fijo de la Concordia, a cuya jurisdicción eclesiástica perteneció hasta las últimas décadas del pasado siglo XX.
En 1937 el Sr. cura D. Ignacio Díaz Arteaga se hizo cargo de la parroquia de la Concordia y de su extenso territorio parroquial que, principiando en el Espinal en el Norte, terminaba en san Antonio Jalapilla en el Sur, teniendo en la parte media el santuario guadalupano y la iglesia de Los Dolores.
Como responsable de la iglesia de san Antonio que para esas fechas estaba completamente en ruinas por su abandono en el transcurso del tiempo, el dinámico Padre Nachito se dio a la tarea de repararlo para abrirlo nuevamente al culto. Los techos de la sacristía eran maderas podridas entre montones de escombro cubriendo el piso; y los altares estaban a punto de deshacerse por la polilla y el comején. El autor de estas líneas acompañó con frecuencia al celoso sacerdote para “echarle una mano” en su ingente tarea.
En el mes de Junio de 1974 el Padre P. Francisco Aguilera Medrano, Encargado Diocesano y actual párroco de La Concordia, fue nombrado párroco de una nueva parroquia creada en la colonia Ferrer Guardia: la Parroquia de San Felipe Neri. A partir de esta fecha el templo de san Antonio Jalapilla, convertido en rectoría, se puso bajo el cuidado pastoral de los PP. Filipenses y está sujeto a la jurisdicción de la nueva parroquia que tiene por sede el bello templo de san Felpe Neri, templo construido por el Padre Francisco Aguilera.