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  • Don Benjamín Maciel Gómez

EL VALLE DE ORIZABA


Formando parte del Gran Eje Volcánico Transversal y en las estribaciones del Citlaltepetl o Pico de Orizaba, se encuentra el hermoso valle de Ahuilizapan que se extiende, con 40.06 kilómetros cuadrados, desde las agrestes alturas de Maltrata y Acultzingo, hasta los feraces cerros y planicies de Cuauhtlapan y el Metlac.

Dentro de este esplendoroso valle y cobijada, amorosamente, por sus propios cerros y montañas cubiertos perennemente de un manto verde de mil matices, reposa con tranquilo sueño provinciano, la Ciudad de las Aguas Alegres, la señorial Orizaba.

Formando una verde muralla para acunar a la población, se levanta, al Suroeste, la cadena montañosa de San Juan del Río y San Cristóbal y hacia Noroeste, Tlachichilco, con sus cerros El Borrego y Santa Catarina.

San Cristóbal y El Borrego buscando un estrecho abrazo, se aproximan uno al otro en el Poniente, dejando un angosto paso conocido desde antaño como “La Garita de la Angostura

Hacia el Oriente, el pequeño valle de Orizaba se abre generosamente en una extensa explanada, delimitada apenas por el Cerro de Escamela o Cerro de Ojo de Agua, guardián perpetuo, y generoso surtidor de cristalinas aguas para apagar la sed de los orizabeños.

El Valle de Orizaba está localizado en el Centro Oeste del Estado de Veracruz, enmarcado entre los paralelos 18º 51” de latitud Norte y 97º 06” de latitud Oeste; y se encuentra a 104,263 metros de la costa y a 1236 metros sobre el nivel del mar.

Una clara inclinación del valle del Poniente hacia el Oriente, y de Norte a Sur, propicia un clima muy variable; pero siempre benigno y agradable; e impide, al mismo tiempo, que las torrenciales lluvias que caen de Julio a Septiembre, provoquen inundaciones en la tranquila ciudad.

La temperatura mínima en el Valle de Orizaba es de 10º del Reamur (12º, 5 décimos centígrados) en Diciembre; y de 28º, como máximo, en el Verano. Esto propicia un agradable clima semicálido húmedo, con promedio anual de 18° 9” C y promedios mensuales de 21º C en Mayo y 15° 9” C en Enero.

La humedad característica de Orizaba que da vida a la exuberante y perenne flora del valle, es originada por los Vientos Alisios y las masas de aire húmedo provenientes del Golfo que, al toparse y quedar aprisionados en y por las largas y elevadas cadenas montañosas del Gran Valle de Ahuilizapan, se repliegan sobre las planicies, condensándose en copiosas lluvias, cuyo promedio mensual es de 384 mm; y su promedio anual de 2000 mm.

Las lluvias de invierno, (33mm por término medio) son causadas por los “Nortes”, nombre erróneo que le damos a los vientos húmedos que nos llegan de la Costa. Estos vientos originan el clásico y peculiar Chipi-chipi, tan característico de la Pluviosilla de Rafael Delgado. Chipi-chipi casi siempre envuelto en un bucólico manto de neblina que, por desgracia, la deforestación y la mancha urbana, han ido alejando del valle, hasta convertirlo en un nostálgico recuerdo de nuestros años de niños.

La dirección de los vientos en los seis primeros meses del año es del NO. al SO. (del Volcán a Tuxpango); y en el segundo semestre, de Oriente a Poniente, (de El Sumidero al Cerro del Borrego). Esto ha dado origen al refrán popular orizabeño que dice:

“De Enero a San Juan: agua segura del Volcán De San Juan a Enero: agua segura del Sumidero”

Los días de sol al año (12 horas de sol) son 240; y la humedad media es 90%.

El valle de Orizaba posee tal riqueza de ríos y manantiales, que le ha valido a nuestra ciudad, el poético apelativo de “La Ciudad de las Aguas Alegres” con el que es conocida a nivel nacional.

Las tierras del valle de Orizaba “son de origen aluvial del Cuaternario con calizas del Cretáceo Superior en sus bordes” y en el área de Tlachichilco, son abundantes en Sílex, transformado en extensos arenales que surten de materia prima al gremio de la construcción en toda la región con su parte conurbana. En el resto del valle predominan, entremezcladas, las tierras aluminosas, cretosas y magnesias, cubiertas por una delgada capa de tierra vegetal de 2 o 3 pulgadas de espesor.

A pesar de la relativa pobreza de estas tierras para la agricultura, el valle es un verdadero paraíso donde abundan incontables especies de árboles y plantas multiformes, pletóricas de flores multicolores y de exquisitos aromas; y toda esta maravilla forestal se debe a la abundancia de “las alegres aguas” que, en algunas zonas, como el llano de La Concordia (antiguamente Tepatlaxco), corren pródigamente en múltiples veneros, a no más de dos metros de profundidad.

Tan generoso es el clima de Orizaba que, como un fenómeno que arranca admiración a turistas y visitantes, con frecuencia sobre las tejas de los rojos tejados (cada día menos, por desgracia) se ven crecer espontáneamente gran variedad de líquenes y helechos.

Vemos con añoranza y tristeza que los rojos tejados y la bucólica neblina, características de la Orizaba de antaño, se han ido para siempre con el caminar incansable de la urbanización y el progreso; pero la Señorial Orizaba sigue siendo bella y acogedora ciudad para propios y extraños.

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