Don Rafael Rúa Álvarez
En 1940 llegó a Orizaba, como cura párroco de la parroquia de San Miguel, un sacerdote ejemplar que, a 43 años de distancia después de su muerte, acaecida el 31 de Mayo de 1971, aún vive en el recuerdo y el corazón de gran número de orizabeños.
El nombre de este sacerdote, nacido en Orizaba el 16 de Octubre de 1902, fue Rafael Rúa Álvarez.
El P. Rúa estudió en el Seminario Conciliar de Veracruz bajo la sombra protectora del hoy santo, Rafael Guizar Valencia, donde, después de ordenado sacerdote en Diciembre de 1928, por su talento y clara inteligencia, se graduó como Doctor en Filosofía y Teología y fue nombrado canónigo.
Sus cualidades morales, uno de sus biógrafos (Carlos Chacón Jr.) las ha sintetizado así:
“El niño: fue humilde y pobre, cuya pobreza llevó con gran dignidad. El estudiante: fue brillante y empeñoso y culminó en un ministerio sacerdotal.
El amigo Siempre tendió la mano a quien le daba la suya y hubo quien, habiéndole lastimado muy profundamente, recibiera, al pedirlo, un beneficio.
El hermano: nunca se desatendió de los problemas de los demás. El Sacerdote: ejemplarizó la misión apostólica y fue por delante de muchos miles de luchadores.
El Consejero: estuvo abierto para aliviar los problemas de justos y pecadores.
El guía indicó el camino a seguir, dentro de la fe cristiana, a los humildes y a los poderosos que siempre lo buscaron.
La bondad fue su bandera más admirada. No supo distinguir categorías sociales; y jamás cayó en el pecado de orgullo y de la suficiencia.
La dulzura brotaba de sus labios y de ella probaron los niños, las señoras y los caballeros.
Su sonrisa fue bálsamo para muchos dolores, porque su gesto fue inspirador de optimismos.
La esperanza siempre renació estando a su lado”.
Las obras de su apostolado fecundo en bien de la comunidad, obras materiales, cívicas y culturales, fueron tan numerosas que harían falta muchas cuartillas para describirlas. Ante la imposibilidad de hacerlo en el breve espacio de estos apuntes, tratando de hacer justicia, las encerraremos en los apretados párrafos siguientes:
Obras culturales:
Colegio México, Colegio Neri, Instituto de la Veracruz, Instituto Regional Veracruzano, Secundaria del Colegio Covadonga, Escuela Normal Regional, Centro Orizabeño de Cultura, Instituto Orizabeño de Cultura Artística “José Fernández Alonso”, Academia Juventud para Señoritas, Teatro María Auxiliadora, Parque y Biblioteca Infantil, Biblioteca Nicolás del Llano, Ateneo Veracruzano, Escuela Dominical para Sirvientas, Escuela y Biblioteca para la cárcel municipal, Cine parroquial, Sociedad Médica Orizabeña, “Año del Padre Hidalgo” etc..
Obras asistenciales:
Guardería Infantil Rafael Guisar Valencia, Dormitorio para niños sin hogar, Tienda de los pobres, El Ropero de los pobres, El Día del Pobre, Posada para los pobres, El Bazar de los pobres, Funeraria Parroquial, Dispensario Médico Parroquial, Consultorio Jurídico de los Pobres, Escritorio Jurídico de los Pobres, Casas para la rehabilitación de la mujer, gestiones para instalar el Monte de Piedad en Orizaba, la Colonia Oaxaqueña, Casas para estudiantes (hombres y mujeres) pobres, en México D.F. Ayudas al Manicomio, al Hospital y al Reclusorio locales etc. etc.
Obras materiales:
Edificio del Colegio Vila seca, Edificio de la Secundaria Num.3, Reconstrucción del Hospitalito Infantil, Reconstrucción del Cuartel Hidalgo, Colonia Obrera, y Colonia San Juan Bautista, Iglesia de San Juan Bautista de Cerritos, Templo de Calpulalpan, Templo de Moyoapan, Capilla de Cristo Rey, Capillas de Campo Grande y Campo Chico, Capilla de la Colonia Modelo, Capilla del Sagrado Corazón en la garita de San Miguel, Ermita en las Cumbres de Acultzingo, Gruta de Lourdes en el Cerro del Borrego, etc.etc.
El P. Rafael Rúa, poseedor de un amplio y sano sentido de la política, tuvo excelentes relaciones con las autoridades en turno que le sirvieron para resolver, pacíficamente, las sangrientas luchas ínter gremiales, provocadas por los líderes sindicales de la región. La caridad y la labor apostólica de este varón justo y bueno, expresadas en tres palabras: no tuvo límites.
Fotografía: Colocación de la primera piedra del Colegio México