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La Calle Real de Orizaba (Poniente 7 y Oriente 6)

Don Benjamín Maciel Gómez

“Abierta al tránsito por Don José de la Borda data de 1777 en su gran puente, (Boulevard de Los Virreyes) por el tránsito de virreyes y emperadores.”

Cuando en México, su único paseo era Bucareli en una calle en la que, a poco andar se descubrían lodazales y las acequias que señalaban el límite de los guardacantones que debía haber, como señalaban los cronistas de la época, nuestra Calle Real, al decir del historiador Arróniz “lucía un empedrado muy parejo y conveniente, gracias a los esfuerzos de Don Juan Antonio de Cora, español ilustre avecindado en nuestra tierra, a la cual hizo muchos bienes....”

“Dos hileras de frondosos árboles desde Los Dolores hasta la Garita de la Angostura; asientos de mampostería colocados con cierta simetría al lado sur y sus fuentes, le daban bellísimo aspecto; todo escalonado a lo largo de la amplísima avenida y de los cuales ya sólo existe (1948) la que está en la bocacalle del monumento a La Bandera. Y no hay ni en la leyenda ni en la historia de nuestra orgullosa capital nada que indique que tuviera un paseo así, como lo muestran los dibujos y litografías de la época, amén de que contemplamos las magníficas y bellísimas proporciones de nuestro magnífico templo franciscano proyectado por Tolsá; la antiquísima capilla del Tercer Orden que tiene un soberbio pórtico de piedra tallada; nuestro gran Puente de la Borda que “era de gran extensión y constaba de 7 grandes y soberbios ojos”.

La opulencia y prosapia en aquellos tiempos, de sus viejas y señoriales casonas, como se advierte en la del rico minero Borda, con frente a la capilla del Tercer Orden; la que fue residencia de Maximiliano, o sea la de la familia Bringas; la de los Rocha, famosas desde la fundación de Orizaba, la del Estanco o Renta del Tabaco, en la que hospedó el generalísimo de la Insurgencia, donde epilogó su epopéyica odisea cuando tomó a Orizaba a sangre y fuego...” (Don Aurelio Ortega- Revista “Veracruz “No. 3 -1938)

Esta gran avenida, a la que hace referencia el cronista Don Aurelio Ortega (inserto anterior) con el colonial nombre de “Paseo o Boulevard de los Virreyes” es, hasta nuestros días, la arteria más importante de Orizaba.

La Avenida Poniente 7 con su prolongación Oriente 6, tiene 5,344 metros de extensión desde la Garita de la Angostura hasta los antiguos Arcos de Escamela; y siempre ha sido conocida como Real Nueva o Principal; pues a pesar de los sucesivos cambios de nombre impuestos por nuestros gobernantes en turno, los orizabeños la siguen llamando “La Calle Real”

Esta larga arteria que, antiguamente empezaba en la Garita de la Angostura (Arcos de San Miguel) y llegaba hasta Santa Gertrudis, estuvo compuesta de 31 cuadras que tuvieron los siguientes nombres:

1ª a 4ª. De La Angostura; 1ª a 3ª de San José de Gracia; Única de la Borda, 1ª a 7ª. Principal; 1ª a 4ª. De Los Dolores; Única del Puente Gallardo; y 1ª a 11ª de Santa Gertrudis.

Sus primeras cuadras se llamaron de La Angostura porque empiezan en el punto donde el valle se estrecha entre los cerros El Borrego y San Cristóbal.

En el tramo comprendido entre la calle Sur 10 y la Garita de la Angostura se llamó Calle de los Chorritos, porque en cada esquina había cajas de agua de hierro colado para uso de los vecinos.

Con el correr de los años esta gran avenida se prolongó hasta el llano de Escamela donde, unos arcos semejantes a los Arcos de San Miguel, en el Poniente, limitaban la población por la parte Este, indicando la terminación de Orizaba.

Estos arcos, construidos probablemente en 1797 con una escultura de la Inmaculada Concepción, estuvieron en pie hasta 1967, localizados junto al antiguo puente sobre el Río Ojo Agua, que es, hasta nuestros días, el límite oriente de la ciudad en el plano urbano.

Sobre la irregularidad de la calle, además de las razones ya expuestas, tuvo mucho que ver la edificación de la iglesia de Los Dolores, pues, como lo describe Arróniz en el capítulo X de su “Ensayo de una Historia de Orizaba”, “La capilla o iglesia de Los Dolores se comenzó en 1720. El punto elegido entonces para fundarla estaba completamente desierto; la capilla comenzó a levantarse en medio del llano, limitado al Sur por algunas casas de la Antigua Calle Real Vieja y al Norte por las chozas de pocos indios que aún permanecían en el barrio de Omiquila o Guadalupe. Grave fue el error de los que dirigieron la obra, al escoger el punto en que está la iglesia; porque sin disputa, fue, en gran parte, el origen de la irregularidad de la calle principal. Sin embargo parece que al edificarla allí, se pensó en formar una plazoleta, con lo que se explica la excesiva anchura que la calle tiene frente a la capilla. Después, la desidia y la poca observancia en vigilar, dio por resultado que se construyeran por ese rumbo las casas sin observar ninguna regularidad.”

 
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