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Don Benjamín Maciel Gómez

La familia Bringas


​​​​En la historia de Orizaba como pueblo, como villa y como ciudad, la rancia y acaudalada familia Bringas ocupa varios renglones escritos.

En el silo XVIII como cosecheros de tabaco y después en los siglos XIX y XX como hacendados, fabricantes de aguardiente, y como comerciantes y propietarios de fincas rústicas y urbanas, amasaron una cuantiosa fortuna y muchos de sus miembros se significaron como protagonistas de relevantes hechos históricos. . Ya en 1735 aparece don Diego Bringas de Manzanedo, como un piadoso filántropo que destinó importantes recursos para la construcción del templo y convento de los carmelitas descalzos en Orizaba y en 1764 fue alcalde de la población.

En Mayo de 1821 los hermanos José María, Juan y Miguel Bringas tomaron las armas insurgentes adhiriéndose al Plan de Iguala, para combatir al funesto coronel Antonio López de Santa Anna, que era jefe de la guarnición de Orizaba.

Hacia 1849, al terminar la intervención norteamericana, don José María Bringas era Jefe de la Guardia Cívica y de la Guardia Nacional en la provincia.

Como filántropos benefactores de Orizaba invirtieron parte de su fortuna para la urbanización y progreso de la población: dueños, en Orizaba, de varias fincas urbanas, fueron propietarios del imponente edificio que se mantiene en pie, hasta nuestros días, en la esquina que forman las calles Sur 2 y Poniente 7 (antiguas calles de santa Rita y Principal).

En la parte superior de este edificio funcionó, por muchos años, el Banco Central y en su parte inferior de l868 a 1940, el bar y sitio de esparcimiento más afamado de Orizaba que llevó el nombre de La Estrella de Oro. En las últimas décadas del pasado siglo, en el lugar de la Estrella de Oro funcionó un negocio de ferretería con el nombre de “Techo Eterno Eureka”

Dueños de extensísimos terrenos en la parte sur de la población, que abarcaban desde las actuales vías del ferrocarril hasta el legendario y rico ingenio de Jalapilla, los Bringas influyeron también en la vida social de la región.

Don José Ma. Bringas fue patrocinador en 1898 de la construcción de la primera plaza de toros “formal” que tuvo Orizaba: la Plaza de Toros de Santa Anita, plaza que fue construida al pie del cerro del Borrego.

Su ingenio de Jalapilla, según una estadística de 1826, poseía: “18 caballerizas, 20 fanegas de maíz anuales, 500,000 matas de tabaco, 600 cabezas de ganado vacuno de cría y 1,000 a 1,200 para consumo de la ciudad; 6 vaqueros, y un caporal y más de 50 jornaleros diarios sin contar cuadrillas de gente de los pueblos aledaños empleados con trabajos de temporal”

A llegada a Orizaba de los monarcas austriacos Maximiliano y Carlota, con quienes la familia Bringas llegó a tener estrecha amistad, don José María estuvo al frente del Comité de Recepción que les dio la bienvenida en la barranca de Villegas (hoy barranca de Metlac); y es sabido que, durante su efímero imperio, el monarca se alojaba en elegantes habitaciones para él preparadas en el ingenio, para disfrutar la belleza de la frondosa vegetación y cazar mariposas o para encontrar paz y sosiego en sus largas horas de angustia cuando su imperio se derrumbaba.

Con el correr de los años la enorme riqueza de los Bringas se fue acabando. En 1921 sus descendientes vendieron a los obreros de Cocolapam los terrenos donde hoy se levantan las colonias urbanas Ferrer Guardia, Benito Juárez, Librado Rivera y la colonia agrícola Librado Rivera; y el 19 de Septiembre de 1936, la señorita Luz Bringas donó el ingenio y la hacienda de Jalapilla a una institución benéfica que se formó con el nombre de “Fundación Luz Bringas”.

En los primeros meses de 1953 el ingenio se incendió y dejó de funcionar para siempre, dejando para fotógrafos y visitantes las tristes ruinas de su admirado y rico pasado.

El autor de estas líneas conoció y trató en 1950-52 como empleado de la Cervecería Moctezuma a uno de los últimos descendientes de la familia Bringas.

Se llamaba, como su ancestro de 1735, don Diego Bringas; y era un caballero ya entrado en años que mostraba la decencia que traía desde la cuna. Le llamábamos, afectuosamente “Don Dieguito Bringas”

Imágenes: Ingenio de Jalapilla y Plaza de Toros Santa Anita

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