Los Marqueses de Sierra Nevada y el templo de san Antonio de Padua
De 1525 a 1530 los ambiciosos aventureros que acompañaron a Hernán Cortez en sus contiendas, lo obligaron a repartir entre ellos las tierras conquistadas. Después estos aventureros las cedieron, por dinero o por usurpación, a los grandes potentados de la época.
Todas las tierras de nuestra región asentadas en sus cuatro horizontes, desde Acultzingo hasta las faldas del Volcán, pertenecieron, alternada o sucesivamente, entre otros, al Virrey don Antonio de Mendoza, al Alférez Real don Juan González de Olmedo, al Conde del Valle de Orizaba don Rodrigo de Vivero Aberrucia, al Marqués del Valle de la Colina don Diego Antonio Madrazo y Escalera y a los Marqueses de Sierra Nevada.
El marquesado de Sierra Nevada le fue otorgado por el rey Felipe V el 9 de octubre de 1708, a don Domingo Ruiz de Tagle por su leal desempeño en la milicia y por pertenecer al prestigiado clan Sánchez Tagle.
Don Domingo contrajo matrimonio el 17 de julio de 1703 con doña Ignacia María Crozat Góngora y Ariostegui, linajuda dama, de la que pronto quedó viudo.
En 1708, con su flamante título de Marqués, tomó como segunda esposa a doña Clara de Mora y Medrano, joven viuda, sin hijos, del Alguacil y Guarda Mayor, el Capitán Juan González de Olmedo, quien al morir en 1702, heredó a su viuda sus considerables bienes y sus extensísimas tierras que llegaban hasta Coscomatepec, bienes que, por su reciente matrimonio, pasaron a poder del Marqués de Sierra Nevada.
Al morir doña Clara de la Mora y Medrano poco antes de 1712, el Marques casó, en terceras nupcias, con doña María Ana Bretón Fernández del Rodal, acaudalada criolla orizabeña de la que, además de su fortuna, tuvo una hija de nombre Cirila Ruiz de Tagle, la cual, renunciando a su título de Segunda Marquesa y a todos sus bienes, ingresó a un convento con el nombre de Sor Jacinta (nombre de la abuela paterna).
El Marques don Domingo Ruiz de Tagle murió en 1717 y su viuda, doña Ana Bretón, con el título de Tercera Marquesa de Sierra Nevada, se volvió a casar. Esta vez lo hizo con don Fernando Noroña y Alencaster, de quien tuvo tres hijas: María Lucrecia, María Antonia y María Clara.
Al morir don Fernando, la duquesa se recluyó en el convento donde estaba su hija Jacinta llevando con ella a sus hijas María Lucrecia y María Clara.
La segunda hija, María Antonia Noroña y Alencaster, contrajo matrimonio con el Coronel Miguel de la Sesma y Escudero, con el cual procreó tres hijos: María Jacinta, Antonio y Micaela.
Miguel y María Antonia tuvieron como residencias en Orizaba la que hoy conocemos (en ruinas, en Poniente 8) como Casa de la Marquesa y el edificio que sirve de asiento al cuartel de san Antonio.
La Marquesa María Ana Bretón murió en 1773 y su título nobiliario no lo heredó a su hija María Antonia porque ésta murió el 23 de noviembre de 1772; sino a su nieto Antonio, quien asumió el marquesado como Antonio de Sesma y Alencaster, Cuarto Marqués de Sierra nevada, en 1779.
El 2 de mayo de 1826 el Congreso de la Unión declaró obsoletos todos los títulos nobiliarios y entre ellos el marquesado de Sierra Nevada.
En la plazoleta, localizada frente a la residencia de los padres del 4° marques, se inició la construcción del templo de san Antonio de Padua para honrar al santo patrono de doña María Antonia Noroña, madre del marques; pero con la muerte de sus padres, la obra quedó inconclusa.
Años más tarde, don Antonio de Sesma y Alencaster, ya viejo y antes de partir para España, ordenó la conclusión del templo, el cual fue terminado y bendecido solemnemente, el día 25 de julio de 1813, siendo su primer capellán el Pbro. Dn. Mariano Buenabad y el segundo, el sacerdote Dn. Pablo Barrientos.
Antes de su viaje a España, en junio de 1823, don Antonio cedió la capilla al “Ilustre Patronato del Ayuntamiento con el solar que está a sus espaldas y la cantidad de $4,000.00 fincados para su subsistencia” con la encomienda de procurar siempre el culto a san Antonio de Padua.
El templo, según el señor. Naredo, “era un verdadero relicario” con altares y bóvedas de ricos relieves de blanco y oro y de estuco sobredorado que, el lluvioso clima de Orizaba, en pocos años deterioró; y la capilla, ante la falta de capellanes, pronto llegó a quedar casi en ruinas.
En 1853 la Sagrada Mitra ordenó pasar a san Antonio la antigua cofradía del Señor del Calvario con su venerada imagen de Cristo crucificado; cofradía que, aunque pertenecía a la parroquia de san Miguel, había estado en el templo del Calvario; y los habitantes del barrio de Ixhuatlán ayudados por el resto de la población, reconstruyeron el templo y cercaron su atrio, que, con su cementerio anexo, estaba sembrado de frondosos álamos, con el barandal de hierro que conserva hasta nuestros días.
Observaciones Adicionales.:
1.- La Historia considera a doña María Antonia Noroña y Alencaster como “La Señora Marquesa de Sierra Nevada”; pero, realmente, no tuvo este título nobiliario, el cual recayó en su hijo Antonio.
2.-Agunos historiadores afirman que no fue don Antonio, nacido en Orizaba el 21 de abril de 1721, quien heredó el título del marquesado; sino su hermana Jacinta que fue quien pagó las "lanzas y media anata que adeudaba el cognomento"(sic)
Imagen: Templo de san Antonio de Padua