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Don Benjamín Maciel Gómez

Don José Bernardo Couto y Perez


Perteneciente a una ilustre familia de apellido Couto que h escrito brillantes renglones en la Historia de Orizaba, los padres de don José Bernardo Couto y Pérez fueron un español nacido en Galicia de nombre Blas Couto y de una dama veracruzana de nombre María Antonia Pérez.

Don José Bernardo nació en Orizaba el día 29 de Abril de 1803 y murió en la ciudad de México el día 11 de noviembre de 1862.

Sus primeros estudios los hizo en ésta, su ciudad natal y los más avanzados en el Colegio de san Ildefonso, en la capital del país, donde se graduó con honores, como abogado, para dar clases de Derecho Constitucional en ese prestigiado centro de estudios.

Dueño de una mente brillante, por su erudición y su capacidad intelectual, en 1844 fue nombrado Miembro Honorario de la Academia de Bellas Artes, de la cual de 1852 a 1860 fue su Presidente, y miembro correspondiente a la Real academia de Madrid.

El mismo año, 1852, se le admitió como miembro de Número en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y en 1853 la Universidad de México le concedió el título de Doctor “Honoris Causa” en Derecho Civil.

Afamado jurisconsulto, llegó a ser Diputado Federal y Senador; y en 1845 Ministro de Justicia. En 1857, por ser hombre íntegro y Doctor en Derecho, fue elegido como Diputado Constituyente, cargo que, por oponerse a sus creencias profundamente religiosas, declinó con su “Discurso sobre la Constitución de la Iglesia”.

En 1858 fue designado rector del Colegio de Abogados y dos años después, miembro de la Real Academia de la Lengua Española.

Como político fue diputado en la Legislatura de Veracruz y miembro de la a Academia de Legislación y Economía Política, diputado y senador por el Partido Liberal Moderado junto con José Joaquín Herrera, Manuel Gómez Pedraza, Luis de la Rosa, Mariano Riva Palacios, Luis Gonzaga Cuevas y otros intelectuales mexicanos que han dejado su huella en las páginas de la Historia Nacional.

En 1842 fue consejero de Estado y en 1845 durante la presidencia de Joaquín Herrera ministro de Justicia del gobierno Federal.

En el injusto Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que nuestro país perdió más de la mitad de su territorio, don José Bernardo Couto estuvo entre los comisionados para firmar los supuestos Tratados de Paz con los voraces vecinos del Norte.

Gran orador y ferviente patriota hizo una brillante defensa de la integridad territorial la que dio por resultado que nuestro país no perdiera, también ante el coloso invasor, los estados norteños de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

En 1847 opuso sus convicciones católicas ante el publicado folleto “Apuntamientos sobre el Derecho Público Eclesiástico” de Manuel Baranda, miembro del Partido Liberal, que atacaba a la Iglesia. Don José Bernardo hizo defensa con el brillante “Discurso sobre la Constitución de la Iglesia” del que hicimos mención líneas arriba.

En 1850 fue candidato con otros 15 aspirantes, para ocupar la Presidencia de la república y en 1854 fue condecorado como Caballero de la Orden de Guadalupe. Este año, junto con su primo hermano don José Joaquín Pesado y con Manuel Carpio formó parte del jurado que evaluó la letra del Himno Nacional Mexicano emitiendo su fallo, el 3 de febrero, a favor de Francisco González Bocanegra.

En 1843 colaboró con Honorato Riaño y Javier Echevarría para restaurar, la Academia de Nobles Artes de San Carlos de la cual, a la muerte de Echeverría, fue Presidente de su Junta Directiva. Durante su gestión realizó reformas al edificio mandando construir el salón de la galería de Pelegri Clavé y su salón de actos, para impartir clases de pintura por los maestros el italiano Eugenio Landesio y el inglés Geoge August Periam, que él mismo hizo traer a México para impartir estas clases.

De la docta pluma de este ilustre intelectual orizabeño salieron las biografías de los doctores Manuel Carpio, José María Luis Mora, y de los sacerdotes Márquez y Nájera y por su amplia cultura y conocimientos lingüísticos tradujo las Odas de Horacio y los salmos de la Biblia, colaborando también con numerosos artículos para el Diccionario Universal de Historia y Geografía dedicado a México y publicado en 1856.

De su pluma también son las siguientes obras:

“La Mulata de Córdoba” (cuento), “La historia de un peso”(cuento) “Colección de poesías mexicanas” impresas en París en 1836, “Diccionario universal de historia y geografía”(como colaborador de 1853 1856) “Discurso sobre la Constitución de la Iglesia (1857), y “Diálogo sobre la historia de la pintura en México” publicada después de su muerte en 1872.

Al morir en la ciudad de México el 11 de noviembre de 1862, fue sepultado en el Panteón de San Fernando y años más tarde, sus restos mortales trasladados al coro alto del sagrario Metropolitano junto a los restos de su esposa.

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