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  • Don Benjamín Maciel Gómez

Orizaba Pinceladas de su historia Sus puentes.

“Señora de los puentes, Señorita del agua lenguaraz y cantarina...”

Con estos inspirados versos, da principio el poeta Jorge Ramón Juárez, a su sentido canto a Orizaba, la hermosa “Patria de la llovizna, citadina muchacha del brocal y la garita” que tanto admira.

Y a decir verdad, el poético calificativo es del todo apropiado, pues son numerosos los puentes que, a horcajadas de los caudales bullangueros, dan cómodo paso a los transeúntes, entre las calles surcadas por las alegres aguas de sus ríos y arroyos.

Entre estos números puentes que tiene la colonial “Señora de los puentes” hay 39 reliquias sobre las cuales han pasado décadas de historia y bajo sus arcos se ha deslizado el eterno y monótono canto del agua.

De esos 39 puentes antiguos que le dan fisonomía a la ciudad del agua lenguaraz y cantarina, en este bosquejo histórico queremos presentar los más importantes en varias entregas:

Puente del Toro

Aunque las obras de construcción del Ferrocarril Mexicano se iniciaron en 1842, la invasión norteamericana y otros problemas, retardaron la obra hasta llegar a 1850, fecha en la cual se estrenó, apenas un tramo de 11 kilómetros de las férreas líneas, entre el puerto de Veracruz y la Hacienda del Molino.

No fue sino hasta el 1ro. de enero de 1873, el estreno triunfal de esta colosal obra del ferrocarril, en la que, los ingenieros mexicanos, demostraron su ingenio y capacidad, para salvar la casi infranqueable barrera de 723 metros de altura de Boca del Monte y, abriendo 16 túneles en las entrañas de la agreste montaña, llegar a la Mesa Central; o para brincar los profundos barrancos de los ríos Orizaba y Metlac construyendo puentes que, a pesar de su antigüedad, aún causan asombro por su ingenioso diseño y su resistente estructura.

El Puente sobre el Río Orizaba llamado Puente del Toro, por su cercanía con la antigua Calle del Paso del Toro (Oriente 16), fue construido en 1857 para salvar un profundo barranco de más de 100 metros de extensión.

Las aguas del Río Orizaba pasan rumbo a Jalapilla para mezclarse con las claras aguas del Río Blanco, debajo de este puente que fue construido totalmente de fierro, sobre cuatro elevadas bases de cemento y piedra, con 71 metros de longitud y casi 6 metros de anchura.

Estas bases de hormigón y piedra, en las que descansan los rieles tuvieron, hasta 1986, en su parte superior, una estructura de fierro que se puede apreciar muy bien en antiguas fotografías del Puente del Toro, cuyos rieles paralelos descansando sobre 106 gruesos durmientes de madera y hierro, están protegidos por un antiguo barandal metálico.

El año de 1986 la empresa del Ferrocarril construyó una vía paralela, ensanchando el antiguo puente para dar paso a sus trenes de más de 40 carros; y para propiciar un cómodo paso para los numerosos peatones que han poblado las márgenes del Río Orizaba en la populosa Colonia Librado Rivera.

En esta nueva ampliación, que también mide 71 metros de largo por 11 metros de ancho, corren las nuevas vías; y a su lado, paralelamente, los viandantes pueden deambular a todo lo largo del puente, en el elevado andadero de concreto armado que tiene 6 metros de ancho y cómodas banquetas, resguardadas con barandales, desde las cuales pueden extasiar sus ojos con la imponente hermosura y grandeza del dilatado cañón del río y las pintorescas casas construidas entre la perenne vegetación de la profunda barranca.

Puente de San Juan de Dios

El primitivo camino real que desde los primeros años de la Conquista, y después en la Colonia, dio paso por Aulicaba a millares de trajinantes, es la actual Poniente 9, antigua Calle de Las flores.

Se iniciaba en la Garita de la Angostura y dando vuelta a la iglesia de san Juan de Dios y al antiguo hospital juanino, continuaba rumbo al Puerto de Veracruz por las Calles de La Galatea, que hoy son las de Oriente 12.

A escasos metros del templo pasa rumoroso el río. Según viejas crónicas, los primeros españoles llegaron al valle de Ahuilizapan en 1519 y se asentaron en este punto, alrededor del río, cuyo primer puente fue construido en 1650.

La enorme construcción actual la debe Orizaba al dinámico esfuerzo de don José Nicolás Del Llano,(cura párroco de san Miguel (1833-1849) quien, juntamente con el entonces Jefe Político don Manuel Segura, inició, concluyó y ornamentó la obra con un vistoso barandal de mampostería.

En 1863 y 1864, a causa de un serio desplome, se reforzó sólidamente la cortina norte; y poco tiempo después, con la ayuda de los vecinos del barrio de san Juan de Dios, se aseguró todo el puente con fuertes tirantes de hierro. En 1875 se restauró nuevamente y en 1905 se le puso el barandal que hasta la fecha subsiste.

El Puente de Santa Anita

El año de 1717 gente emigrada de Ostotipac (hoy Los Nogales, Ver.) formó en Orizaba un paupérrimo villorrio que después llegó a convertirse en un industrioso pueblo con “gobernadores propios”.

Era el pueblo de Santa Anita, dividido por el Río Orizaba de su vecino Ixhuatlán, el primitivo Orizaba.

De este floreciente pueblo, que más tarde absorbió Orizaba, sólo quedan los vestigios que ancló la Historia en las márgenes del río y que son el pintoresco patio de vecindad llamado Patio de Santa Anita, que exhibe su antigüedad en el corazón urbano, bajo el Paseo Colón y el Puente de Santa Anita llamado así por su cercanía con una humilde capilla que fue construida por los vecinos del pueblo en honor de la santa.

Esta capilla que estuvo localizada en la esquina de Colón y Sur 8, (antiguas calles de lra. de Coria y Calles de Abasolo o Hidalgo), funcionó de 1741 a 1857.

Sobre los rojos tejados de este patio singular fue levantado el puente en los últimos años del siglo XVIII, pues el historiador Arróniz en su Ensayo de una Historia de Orizaba apunta al respecto lo siguiente: “Los puentes de Santa Anita, Escamela y Jalapilla se construyeron poco después de 1777, fecha en que fue terminado el Puente de la Borda”

El Puente de Santa Anita se encuentra en la Calle Colón; y aunque su nombre oficial es Puente Rafael Tapia, todo mundo lo conoce como el Puente de Santa Anita.

En 1910, según consta en actas de Cabildo, fue reconstruido el puente, cambiando su nombre por el de don Teodoro A. Dehesa, paternalista gobernador del Estado.

Imágenes: Puente del Toro y Puente de san Juan de Dios

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