DON ISIDRO PALOU
Se escucha cada vez más cercano el redoble de los tambores; ya que se próxima el contingente de los bomberos, atracción para la chiquillada en todos los desfiles. Los padres levantan por sobre las cabezas a sus criaturas para que no pierdan detalle; ya han esperado largo tiempo para ver desfilar al Benemérito Cuerpo de Bomberos, encabezado por la apuesta figura de su comandante en jefe, Don Isidro Palou, de estatura superior al promedio de éstos tiempos en la región, luciendo como siempre su vistoso uniforme cubierto de medallas y condecoraciones, el cuerpo erguido y el aspecto arrogante. Siempre de uniforme, de distintas clases, con una marcada tendencia a lo militar, gorras, sombreros, kepies, australianos. Es Palou un inolvidable personaje que quedó retratado en la mente de todos los orizabeños por eso y muchas cosas más.
Isidro Luis Carmelo Palou Obregón nace en Barcelona, España, el 29 de febrero de 1892. El haber nacido el último día de febrero de un año bisiesto ya lo diferencia de la mayoría de los mortales. Sus padres, catalanes por supuesto, Pedro Palou y Luisa Obregón emigraron a Cuba y después a México. Su madre fue artista, amiga de la “Gatita Blanca” María Conesa, actuó en “La mujer del puerto” y “Bohemios” cuando la industria cinematográfica nacional hacía sus pininos. Lo que explica el protagonismo escénico de nuestro personaje a lo largo de su vida.
Llegó a Orizaba en 1915 y pronto empezó a prestar sus servicios en “El Águila” compañía petrolera de capital inglés.
Tras la expropiación petrolera se naturalizó mexicano para poder seguir trabajando en Petróleos Mexicanos. El 23 de junio de 1922 contrajo nupcias con Isabel Pérez Acasuso, oriunda de Balmaseda, Vizcaya y procrearon tres hijos: Olga, Luis y Pedro Ángel. Fue amante esposo y cariñoso padre, detallista, obsesionado con la disciplina del hogar, controlaba a sus descendientes con la mirada, sin necesidad de gritos ni regaños. Algunos de sus refranes favoritos eran: “Cada cosa en su lugar y un lugar para casa cosa” y “Antes y después de comer la boca limpia has de tener”.
Siempre dispuesto a servir, con alto espíritu cívico, su afán protagónico es intrascendente y su figura ahí está, como un imborrable recuerdo. Además de las condecoraciones, llevaba siempre en la mano derecha un guante negro y en la izquierda un rojo en señal de peligro, con una flecha en el anverso, para indicar vuelta a la derecha o a la izquierda o alto, según el caso, en esos tiempos en que los automóviles no tenían señales direccionales.
Excéntrico, arrogante, con su físico de militar europeo, impresionaba en las actividades en que participaba, bien sea como comandante de la Cruz Roja o de los bomberos, o como chambelán en eventos sociales, en los que también destacaba como orador inspirado y encendido. Paseó su estampa galana por las calles de Pluviosilla por varias décadas, la pipa en la boca, siempre un modelo distinto, piezas de museo, de la gran colección que poseía.
Se asegura eran 365 una para cada día del año y en tal orden las usaba. Dado su carácter le fascinaba tomarse fotografías artísticas, compuestas, frente al espejo, con su casco de comandante, con las innumerables medallas que portaba, la inseparable pipa. Su ego crecía cuando en más de una ocasión al enseñar las fotografías lo confundieron con el general Eisenhower, sobre todo en una donde luce gorra cuartelera. Todos los que lo conocieron saben que el reloj de pulso no lo usaba en la muñeca de la mano izquierda como es costumbre, no siquiera en la derecha. Lo usaba en la pantorrilla, afianzado con un elástico de los tirantes de calcetines tan populares en esa época. No se sabe cual es la razón de tan extraña costumbre.
Don Isidro fue muy inquieto, entre otras de sus múltiples actividades sociales y de ayuda a la comunidad, fue fundador primero del Club U-29, en las oficinas de la Cía. El Águila, cuyo objetivo primordial era promover el fútbol y después, del A.D.O. en 1916, habiendo ocupado el puesto de tesorero en la primera mesa directiva y del Rotary Club el 19 de octubre de 1924, en el Hotel de Francia, y en donde él mismo se hizo identificar como “Gas”.
El primer intento de establecer la Cruz Roja en Orizaba fue presidido por el Dr. Rafael Labardini. En 1915 que llegó Palou. Había desaparecido, sólo existían una comisión cooperadora de la Cruz Roja Española y un comité de la Cruz Roja italiana para enviar auxilios a los prisioneros de la guerra de Europa. Don Isidro entró como aspirante de la comisión cooperadora Española en 1922. Se le nombra socio de la misma por méritos acumulados, el 27 de junio de 1925. Pasaron catorce años y en 1936, se constituyó la Cruz Roja de Orizaba y se obtuvo el primer local de la misma.
Sin mayores recursos económicos y grandes carencias iniciaron sus operaciones, de hecho su automóvil particular “La Muñeca”, fue la primera ambulancia pues en él transportaba a los heridos cuando aún carecía de vehículo la institución, abriéndose paso en ocasiones con un claxon portátil. En 1938 se reconoce a Orizaba como la primera delegación de la república mexicana, ya tenían una ambulancia donada por Emilio Suberbie. En agosto de 1944, participó con su grupo durante la inundación de Río Blanco, hecho que no se olvida en la región. En agosto de 1953 fue nombrado comendador de la Orden de Honor y Mérito de la Benemérita Cruz Roja Mexicana. Ascendido a subcomandante general de la Cruz Roja en noviembre de 1955. Por gentileza de una de sus descendientes se tuvo acceso a una interesante colección de recortes periodísticos que cubren del año 1915 hasta junio de 1958, que Palou tuvo la paciencia de acumular en varios tomos. Descubriendo su más íntimo sentir, los tituló “YO”. Contiene innumerables caricaturas, siempre con la pipa en la boca y las más de ellas con uniforme de comandante.
Descubriendo así sus muy diversas actividades e inquietudes: torneos de billar, combates de esgrima, fútbol, veladas literarias, artista aficionado, box en patines en singular combate contra Alberto Campos en el Teatro Llave el 16 de junio de 1916, celebraciones de Covadonga, su apoyo a los Boy Scouts y se podrían llenar varios tomos si se mencionaran todas las ocasiones en que actuó como maestro de ceremonias en bailes, festejos, conmemoraciones, aniversarios, etc. Las crónicas relatan que el 18 de mayo de 1918 participó en la extinción del incendio de la estación del ferrocarril mexicano en Orizaba, con el agravante que había tambores de gasolina y unas cajas de dinamita. Ahí mismo se encontraban las oficinas de “El Águila” en que prestaba sus servicios. Hablando de incendios, el 23 de junio de 1932, se desató uno de proporciones mayores en la Bodega de la Casa Lartigue Hnos., cuyas pérdidas ascendieron a más de veinte mil pesos de aquella época y estuvo a punto de ocurrir una verdadera catástrofe, pues un tonel que contenía treinta mil litros de alcohol casi fue alcanzado por las llamas. Palou realizó 36 curaciones de emergencia.
Dotado de un gran sentido del humor, desde muy joven dio muestras de ello. El 28 de diciembre de 1920, él y Mario Ojeda, hicieron circular cientos de esquelas en las que participaban su muerte. Mucha gente vestida de riguroso luto, como lo exigía la etiqueta del momento, acudió a los respectivos domicilios a presentar sus condolencias. Así mismo fue blanco de críticas y material idóneo para las muy famosas “calaveras” del 2 de noviembre. Todas las coleccionó y de sus archivos muestro las siguientes:
1921 Caballero sin caballo Y sportman tuberculoso, Cóndor con plumas de gallo Y loco, más no furioso. A la altura de Campillo, De Soria y Lobo Guerrero, (castellano y sin castillo, Con pujos de aventurero). Siempre de pipa y garrote Y creyéndose hombre raro, La lectura del Quijote Los tornillos le aflojaron. Su voluntad ¡impía suerte! Sin cumplimiento se queda Él siempre soñó, a la muerte Hallarse en La Castañeda.
1922
Era en vida tan guasón Y en extremo extravagante Que usaba levita y guante Y como pipa un bastón, Como pistola un cañón Y de dije un elefante.
1934
Llegad aquí de puntillas Ante el Gran Comendador De la orden de las tortillas ¡pero daos prisa lector! Llegad y en su mausoleo Rezad varias oraciones, Rezad, rezad algo feo ¿no veis condecoraciones Que nadie sabe porqué Él en su pecho ostentó? Y después de todo, al fin ¿qué nos importa si él Por arrobas las compró? Fue un buen hombre y buen amigo Honrado y trabajador Y esto vale más que aquello ¿estás de acuerdo lector?
1939
Su tumba monumental Ostenta en la última parte, Como joya de gran arte, Su pipa descomunal.
1946
Fue famoso comandante De cierta Delegación La moneda circulante Lo trae en tentación. De un centavo o de un tlaco Medallas confeccionaba, Para darse cierto taco En la Ciudad de Orizaba
Don Isidro fue un humorista que disfrutó de la vida y se rió de la muerte, aunque sus actividades siempre las tomó muy en serio y con gran disciplina. Acostumbraba mandar tarjetas y mensajes en ocasiones especiales, ésta es una de ellas:
El Com. Isidro Palou y familia Se hacen el honor de invitar a usted Y a sus seres queridos al GRAN BAILE DE LA VIDA Que se efectuará en los salones De la tierra, durante todo el año de 1947. Y en que esperamos vernos favorecidos Con su asistencia, deseándole, durante toda Su celebración, alegría, salud y felicidad. Orizaba, Ver., diciembre de 1946. Carnet musical: Bailar al son que nos toquen.
Y éste otro en 1955:
El H. Cpo. Vol. De Bomberos La B. Cruz Roja de Orizaba y El Comandante fundador de ambas Instituciones. Se complacen en Desearle muy feliz año y de corazón Ruegan que: NO TENGA QUE UTILIZAR SUS SERVICIOS.
Como podemos observar no se tomaba muy en serio y reíase de sí mismo y de los demás. Cuando un individuo, en plenitud de sus facultades y sin dañar a terceros, logra hacer lo que le viene en gana, asimila las justas o injustas críticas a su proceder (por más extravagante que sea), alcanza la madurez. Ésta, según un lenguado orizabeño llega cuando “te vale madre lo que de ti digan, si estás seguro de lo que haces”.
El Capitán Palou fabricaba soldaditos de plomo de diversos tamaños y posiciones, casi con vida, que además exhibía en ejércitos formados marcial y ordenadamente en el campo de batalla. Había prusianos, franceses, alemanes, americanos, mexicanos, indios; de pié, hincados. Caballos, cañones y barreras para simular el campo de batalla. Los vendía por kilo. Pocos saben que las utilidades de la venta de los soldaditos las destinaba Don Isidro, para obsequiar juguetes a los niños de escasos recursos el día de Reyes; noble, desinteresada y desconocida labor de éste peculiar individuo. Con espíritu infantil y ánimo bélico, Don Isidro representaba con sus soldaditos de plomo el fragor de la batalla, producto de su imaginación. Visitaba Orizaba el famoso militar español Millán Astray, fundador de la Legión española. Don Isidro en la comitiva lucía la “medalla laureada de San Fernando”, reservada para gestas únicas (Francisco Franco la recibió por la campaña en Marruecos). Millán Astray sorprendido preguntó: -¿Dónde obtuvo esa presea? -Es una reproducción-contestó el interpelado -Pues me hace el favor de quitársela de inmediato.-El incidente no pasó a mayores.
Por su forma de ser no estuvo exento de críticas y hasta burlas, pero su personalidad siempre se impuso y por ello, lo respetaban y querían. Durante un festival taurino a beneficio de los bomberos, Tito Fernández se disfrazó de Isidro Palou y partió plaza, llegando hasta donde estaba el personaje en cuestión, quien con gran sentido del humor, no sólo festejó la puntada, sino que salió al ruedo a encender la pipa del imitador.
Con respecto y respeto a sus famosas medallas que tantos comentarios propiciaron ésta es la información: -En septiembre de 1925 recibió de parte de su Majestad el Rey Alfonso XIII de España, la “Condecoración del Homenaje”, por Real decreto el 17 de mayo de 1925. -En 1927, condecoración por el Rey antes mencionado, por sus eminentes servicios a la Cruz Roja hispana. -En 1929, medalla de oro de la Cruz Roja española. -El 2 de agosto de 1948 Medalla de la Legión Panamericana. -De la Cruz Roja Mexicana, entre otras, medalla de la perseverancia, por 10, 20, y 30 años de servicios. -Comendador de la Orden de los Caballeros de Apolo, Socio honorario y más tarde benemérito de la Cruz Roja italiana, en 1929 y 1931 respectivamente y comendador de la Cruz Roja cubana.
Otras de sus muchas actividades fueron: Participó en el comité de pavimentación de Orizaba; manifestó públicamente a Enrique Guasp su voluntad de formar el cuerpo de bomberos(1925); integrante del comité para la inducción de agua potable de Orizaba, el 25 de julio de 1937 presta valiosos servicios a la población de Maltrata, Ver, sacudida por un sismo de gran intensidad; comité de turismo en 1938; atención de emergencia a los jugadores de fútbol en tanto estuvieron en la Liga Mayor de los equipos Moctezuma y A.D.O.
Los capítulos I, II y III contienen un esbozo de la vida y muy peculiar forma de ser del Caballero, El Comandante, El comendador o como se quiera llamar a Don Isidro Paolu y Obregón, que fue descrito en 1952 así: En la solapa lucía De la Legión, la roseta. Y el la boca, cual corneta, Una pipa relucía. Sombrero de ala arriscada, Un reloj cual catedral, Un cuello fenomenal Y una sortija bronceada. En el cinto una pistola, De la que cuelga, en la pierna, Un llavero, la linterna, Un abridor y una piola. Aunque lo crean desfiguro, Don Isidro no lo fue, Porque tiene un no sé qué Que lo salva del apuro.
Su última anécdota: Él mismo diseñó el sepulcro donde descansa junto con su madre, abuela y bisabuela o como las llamaba: Yaya, Yiya y Baba. Un corazón, un cerebro y un casco sobre el ataúd de concreto, así fue el excéntrico Don Isidro Palou Obregón. Envuelta en un halo imaginativo de misterio, magia, fantasía, leyenda y realidad, la figura de Don Isidro ha de vagar entre las neblinas de la ancestral Ahuilizapan por siempre. Nadie sabrá a ciencia cierta si esa notabilidad fue verdadera o producto de la fantasía. Aparecerá entre las llamas de los incendios con su humeante pipa y el ulular de las sirenas de las ambulancias lo llorará cada vez que presuroso acuda a un servicio.
EndFragment